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La batalla por Soledar, en Donetsk, se convierte en una larga carnicería

La batalla por una pequeña localidad en el Donbass se ha convertido en una prolongada carnicería para ucranianos y rusos. Los cruentos combates persisten a pesar del avance casa por casa de las tropas rusas en Soledar, que controlan casi en su totalidad, pero es solo una etapa -estratégica y simbólica- en el objetivo de Moscú de tomar Bajmut.

Un tanque ucraniano dispara sobre posiciones rusas en Kremina, en Lugansk. (Anatoli STEPANOV | AFP)

El Ejército ucraniano seguía defendiendo la localidad de Soledar tras semanas de combates en los que las fuerzas rusas intentan conquistarla para abrir el camino hacia Bajmut y revertir el curso de la guerra. «Los combates más feroces y violentos continúan hoy», aseguró el viceministro de Defensa de Ucrania, Ganna Maliar, que reconoció una situación difícil.

Conocida por sus minas de sal, Soledar se encuentra a 15 km al noreste de la ciudad de Bajmut, que las fuerzas rusas tratan de controlar hace meses. Es un pueblo de apenas 10.000 habitantes, pero está costando a ambos bandos gran cantidad de bajas en combates que se libran casa por casa, en cada muro o restos de edificios, y que ya han destruido completamente la localidad.

Las minas de sal de Soledar son las más grandes de Europa y están atravesadas por 200 kilómetros de galerías subterráneas.

Para Moscú, además del avance estratégico hacia Bajmut, tomar Soledar supone una simbólica victoria militar tras una serie de reveses.

Andrei Bayevski, diputado de Donetsk, subraya que permitiría cortar las líneas de suministro ucranianas que refuerzan la defensa de Bajmut y abre también posibilidades de fuego de artillería en dirección a Sloviansk, Kramatorsk y Kostiantynivka, localidades más relevantes hacia el oeste.

Pero para ello tendrá que mantener un avance que está siendo muy costoso en vidas y armamento. El miércoles, el líder del grupo mercenario ruso Wagner, Yevgeny Prigojine, se apresuró a adjudicarse la toma de Soledar, antes de ser rápidamente desmentido no solo por Kiev, sino también por el Ministerio de Defensa ruso, aunque ayer el Kremlin elogió «el trabajo gigantesco» y «las acciones heroicas» de sus hombres, que están liderando esta batalla.

A juicio de analistas occidentales, Wagner está tratando de reforzar su peso político en Rusia con éxitos militares en una pugna con el Ministerio de Defensa.

Aunque tomada la mayor parte de la localidad, Moscú aún no la recoge en los mapas en la zona bajo su control militar y admite que está pagando «un precio demasiado elevado» para avanzar. El Kremlin reconoció que «queda mucho trabajo por hacer» y «es demasiado pronto para parar o frotarnos las manos».

«Hay pequeños focos de resistencia aislados en Soledar», admitió Bayevski.

Kiev asegura que las tropas rusas están sufriendo grandes pérdidas, pero Mijailo Podoliak, asesor de la Presidencia ucraniana, reconoció también «pérdidas significativas», en su bando. «Lo que está pasando en dirección a Bajmut o Soledar es el escenario más sangriento de esta guerra. Mucha sangre, muchos duelos de artillería, muchos combates de contacto...», añadió.

Ucrania espera romper esta guerra de desgaste con los tanques y blindados Bradley, Marder Leopard, AMX-10 que le suministrarán Polonia, Alemania, Gran Bretaña, Estado francés y EEUU, y ganar una movilidad que rompa esta guerra de trincheras y artillería.

La viceministra ucraniana de Defensa, Hanna Malyar, insiste en la tesis occidental de que Rusia que estaría supliendo escasez de munición y material militar con más tropas.

El relevo en el mando ruso dispara las preguntas sobre su objetivo

El nombramiento del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, el general Valery Guerassimov, al frente de las tropas desplegadas en Ucrania, en sustitución del general Sergei Surovikin, motivó variadas hipótesis que iban desde la impaciencia de Vladimir Putin por acelerar alguna victoria hasta una posible campaña masiva que precise una coordinación que hasta ahora ha fallado. Aludían incluso a disputas palaciegas en un intento de disminuir el peso de las fuerzas mercenarias de Wagner o de las milicias del checheno Kadirov, que se atribuyen un creciente protagonismo en detrimento de las tropas regulares.

Nombrar a un jefe de Estado Mayor para dirigir una operación militar concreta es extraño en cualquier escenario bélico.

Surovikin ha dirigido las operaciones durante apenas tres meses, marcados por la retirada de Jerson que, si bien fue un revés humillante, se llevó a cabo con una buena organización y evitó grandes pérdidas. Además, no ha sido apartado totalmente, sino relegado al segundo puesto. Analistas occidentales apuntaban también al bombardeo de Año Nuevo que mató a entre 89 (según Moscú) y 400 (según Kiev) soldados rusos.

El Ministerio de Defensa ruso justificó el cambio por «una ampliación del alcance de las misiones a realizar».GARA