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EDITORIALA

Eliminar impuestos: la milonga de Meloni y Cía


Giorgia Meloni afirmó en campaña electoral que Italia era un país de navegantes y no de surfistas, y que en tiempos de tempestad no vale con sortear las olas sino que hay que dominar el océano. Y en caso de ser elegida como capitán del barco prometió, con furia, que los impuestos a la gasolina serían eliminados. Sin embargo, tras llegar al poder, ahora dice que es imposible, que los tiempos cambiaron, que la situación internacional es muy compleja, y que la realidad tiene la culpa del incumplimiento de sus compromisos con los electores. Eso sí, sigue defendiendo que eliminar la «distorsión» que crean esos impuestos es lo mejor. Repite el mantra del libro de estilo de la derecha ultra que abanderan desde los conservadores británicos más extremistas hasta los dirigentes del PP y Vox. A saber: menos impuestos, menos Administración y servicios públicos para más sociedad, mejor gobierno y una mayor iniciativa privada. Por de pronto, Meloni se ha quedado sin gasolina y afronta la primera crisis grave de su mandato con la huelga de dos días que las gasolineras harán la próxima semana y que amenza con paralizar Italia.

Unos y otros tratan de imponer un discurso que deslegitima la política tributaria y presenta las bajadas fiscales como propuesta estrella. Al parecer, para la derecha ultra una presión fiscal más alta, sobre todo si es a las rentas y la riqueza de los más adinerados, dispara la presión arterial de un Estado y lo deja al borde de un ataque de apoplejia. Y es justo lo contrario: cuando la presión fiscal es alta, la mayoría de la población que sufre está más protegida contra hipertensiones del contexto. Pero da igual, con pandemia o sin ella, en la guerra o en la paz, siempre dicen lo mismo, todo lo demás está condicionado a ello: hay que bajar, o eliminar, los impuestos.

Esa reivindicación ideológica de Meloni y Cía tampoco resiste el análisis, pues no existe evidencia de que redunde en mayor crecimiento ni en el fortalecimiento del tejido empresarial ni productivo. En tiempos de tempestad, hay que contar con un Estado activo y presente, con una capacidad rápida de respuesta. Y para ello, obtener y asignar los recursos.