Josu MONTERO
Escritor y crítico

E.L. Doctorow

La novela es el arte de la comunidad, y por tanto un agente de cambio social. Esto lo afirmaba Edgar Lawrence Doctorow, el gran novelista norteamericano tan poco leído aquí. Hijo de inmigrantes judíos rusos, nació en el Bronx en 1931 y falleció también en Nueva York en 2015. Progresista declarado, admiraba a escritores izquierdistas como Theodore Dreisser, John Dos Passos o Jack London -que desgraciadamente es para nosotros un autor de novelas de aventuras-. Doctorow estaba convencido de que el problema de la literatura norteamericana es el individualismo, por eso exhortaba a los escritores jóvenes a que «escriban libros de un carácter más vasto, burdo y vigoroso, libros con menos lustre pero que se ocupen de la forma en que el poder actúa en la sociedad». Así sus novelas suelen ser grandes frescos, poblados por personajes ficticios y también muchos reales, en los que se entrelazan la Historia y la crítica social; exhibe una deslumbrante habilidad para ofrecer un punto de vista singular, y un estimulante desparpajo verbal que hace fáciles las complejas estructuras de sus novelas.

“Ragtime” (1975) puede ser una placentera puerta de entrada; en ella hacen sus cameos Houdini, Emma Goldman, el industrial Ford, Freud, el propio Dreisser y tantos otros. Junto a John Barth, William Gass o Robert Coover, Doctorow es miembro de una generación que crece literariamente en los 60 y 70 y llevó a la literatura aire fresco y el carácter renovador e incluso experimental de aquellos años de contracultura y protesta política.