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SUPERCOPA

La Real recorta la diferencia pero no puede evitar la derrota

El Barcelona tuvo que tirar de paciencia y puntería para conquistar su tercera Supercopa ante un rival que le mantuvo lejos de la portería mucho tiempo pero que nunca se vio cerca de la victroria. Un doblete de Aitana y un gol de Oshoala decidieron el título.

Amaiur, que regresó al once, intenta proteger el balón ante Bronze. (FEDEX)

El Barcelona conquista su tercera Supercopa. No pudo evitarla el buen trabajo de la Real pero sí obligó a las catalanas a tirar de paciencia y puntería para imponerse con un marcador mucho más ajustado al de sus dos victorias anteriores en el torneo (7-0 en la final de la pasada temporada contra el Atlético, 10-1 en 2020 frente a la propia Real).

Quedó claro que la manta nunca es lo suficientemente larga ante el Barcelona. Ni siquiera suele alcanzar a cubrir medio cuerpo. Porque el Barcelona no pudo moverse como acostumbra pero es imposible completar noventa minutos sin que genere alguna ocasión, incluso sin que marque, con lo que también lo es aspirar a un resultado favorable si no se le responde. Y eso le faltó ayer a la Real, que le discutió la posesión, le mantuvo lejos de Lete presionando arriba pero a la que, pese a las ganas, no le llegaron las fuerzas para golpear. Pocas llegadas al área, menos disparos entre los tres palos y apenas alguna ocasión clara. Difícil marcar así para cualquier equipo que no tenga la calidad del Barcelona al que, además, tampoco se le vio especialmente incómodo, quizá porque preveía lo que podía pasar. El mismo empeño que puso la Real en ocupar bien el campo, lo emplearon las catalanas en elaborar un fútbol más paciente y menos vistoso pero igualmente efectivo.

Tampoco ayudaría la acumulación de esfuerzos a una Real con apenas dos cambios -Amaiur y Jensen- en un once en el que cinco futbolistas han sido titulares en los cinco partidos que se han disputado en los últimos 16 días: Vanegas, que ha completado los cinco; Eizagirre, que sólo se perdió ocho minutos de la semifinal; Iris, Bernabé y Gaby, que en Valencia no jugó la segunda parte y que ayer tampoco completó el choque, en este caso por lesión. Se retiró en camilla a media hora del final tras lastimarse el tobillo derecho de manera fortuita.

Para entonces su equipo ya perdía por dos goles ante un rival que tampoco había refrescado en exceso el once, pese a haber jugado la semifinal un día después y con prórroga, y quizá por eso tampoco pudo lanzar esas oleadas ofensivas con las que mata los partidos. Aunque fue mayor la responsabilidad de una Real que presionaba arriba, cerraba bien los huecos e incluso firmó la primera llegada del partido.

No acababa de encontrar su sitio pero el Barcelona no tardó en golpear. Se fue Geyse arrastrando a Vanegas y Aitana aprovechó el hueco para ajustar su servicio al palo con un disparo raso

Si ganar al Barcelona es difícil, voltearle un marcador es poco menos que imposible pero la Real no quiso darse por enterada y siguió aplicando su plan. El problema es que lo hizo con resultados similares: mantuvo el partido cerrado pero siguió llegando con cuentagotas y escaso peligro ante un rival que tampoco generó apenas ocasiones pero cada llegada al área era sinónimo de peligro.

Al menos le sirvió para llegar viva al descanso aunque no le duró mucho más porque el Barcelona regresó de vestuarios con ganas de resolver. Ese puntito extra de intensidad y, de nuevo, su capacidad para definir, le permitieron marcar el 0-2, de nuevo con acción de Geyse y remate de Aitana.

El palo evitó que Mariona hiciera el tercero casi de inmediato y la Real, reanimada con la entrada de Franssi, tuvo después algunas buenas ocasiones. Pero la final ya estaba acabada. El Barcelona se fue sintiendo cada vez más cómodo, con el tiempo y la presión corriendo de su lado, y otro pequeño acelerón en la recta final le permitió sentenciar con un cabezazo de Oshoala.