Carpetas marrones
El informe de la tortura realizado por el IVAC en Navarra y presentado al Gobierno de la comunidad foral el pasado 9 de enero ha sido entregado al Parlamento.
Este informe pone al descubierto la lacra de las torturas y malos tratos llevados a cabo por cuerpos policiales estatales (Guardia Civil y Policía Nacional), así como por la policía autónoma vasca. No olvidemos que esta vulneración de derechos humanos ha sido posible con el beneplácito de jueces, Audiencia Nacional, abogados de oficio, forenses, políticos y medios de comunicación que no denunciaron y miraron para otro lado, dejando que la práctica de la tortura fuera sistemática en una época conocida como «transición democrática».
Para las personas que hemos sufrido esta práctica de vulneración ha sido un desnudarse, un volver a reproducir lo que me hicieron, lo que me dijeron, lo que sufrí.
Contestar a las preguntas de la carpeta marrón para poder llevar a cabo este informe, el recordar y volver a plasmarlo, recrea un dolor que no todas las víctimas pueden sobrellevar, ya que cada persona gestiona su dolor de forma diferente con lo que merece todo el respeto. Para otras muchas, la realización de este trabajo y sacarlo a la luz también puede suponer una especie de curación, decir lo que me hicieron y sí, es verdad. Quizá para muchas sea la primera vez que lo cuenta y aunque sea difícil puede llegar a ser sanador. Decir sí, lo que me hicieron es verdad, no una consigna.
Particularmente me siento satisfecha por participar en este informe y, al mismo tiempo, orgullosa como parte de una sociedad en la que cree que estas prácticas son totalmente rechazables.
Pero este informe hubiera sido imposible de realizarse si no fuera por el tesón, fuerza, y valentía de un grupo de personas torturadas que decidieron reunirse y empezar a trabajar sobre el tema. Ha sido un trabajo arduo y costoso, no exento de sufrimiento y dolor. El trabajo de este informe creo que puede llegar a ser muy reparador no solo para las personas que han sufrido la tortura, sino para toda la sociedad.
Por todo ello mi agradecimiento a este grupo motor y a las sicólogas por el exquisito trato dado, así como al equipo investigador.
La sociedad tiene que quitarse las gafas de la indiferencia y debe mirar de frente a lo que fue la aplicación sistemática de la tortura y malos tratos infligidos a buena parte de este pueblo. Es necesario que desde las instituciones se haga un reconocimiento de que aquí se ha torturado de forma sistemática y que esto lleve a sanar en cierta manera a las víctimas y a la sociedad en su conjunto.