Mikel INSAUSTI
ASTÉRIX Y OBÉLIX Y EL REINO MEDIO

La aventura china de los flechazos

Es imposible resistirse a las películas que te devuelven a la infancia, que te hacen sentir en la butaca como un feliz crío con pantalones cortos. Y la nueva entrega en imagen real de la franquicia “Astérix y Obélix” logra ese efecto regresivo, porque quien la ha hecho ha sabido acordarse del cine que le gustaba ver cuando era menor, para el disfrute general. Las adaptaciones de Goscinny y Uderzo con repartos de carne y hueso estaban degenerando y cayendo en una burda caricatura a fuerza de anacronismos sin gracia, por lo que necesitaban de una profunda renovación, emprendida con éxito por Guillaume Canet en “L’Empire du milieu” (2023). Le ha dado un nuevo aire a los personajes en el convencimiento de que con invertir más dinero y crear sets espectaculares y cosmopolitas no iba a ser suficiente, y ha ideado una aventura divertida y entrañable, en la que nuestros héroes de la niñez conocen el amor en el Lejano Oriente.

Tanto Guillaume Canet como su compañero de reparto Gilles Lellouche hacen olvidar a sus predecesores, con el apoyo de una planificación que trabaja la expresión facial. Son los primeros planos de los rostros de Astérix y Obélix los que dotan de corazón a la historia, dada la importancia que cobra el hecho de que ambos sientan sendos flehazos, respectivamente por una bella emperatriz china y por su corpulenta guardaespaldas.

Lo accesorio también cuenta mucho, como el genial diseño de un Citroën 2CV, los descacharrantes cameos con el del futbolista Zlatan Ibrahimovic a la cabeza, cuando aparece con el nombre de Antivirus al ritmo de los soldados romanos que golpean en sus escudos el “We Will Rock You”. Momentos de género musical que culminan con las versiones en chino del “Say You Say Me” de Lionel Richie, o del “The Time of My Life” de la película “Dirty Dancing” (1987).