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Violencia LGTBfóbica en Arróniz


Estas cosas no pasan aquí» y «nuestro ayuntamiento está muy comprometido con la causa». Estas han sido la respuestas del Ayuntamiento de Arróniz, y más concretamente del alcalde del pueblo, Ángel Moleón, después de estar un año intentando hablar con la institución para dar respuesta a una agresión LGTBfóbica que sufrí en el autobús de La Estellesa en el trayecto entre la ciudad del Ega y mi pueblo, Arróniz, en 2021. ¿Que no pasa esto? Yo he sufrido este tipo de agresiones durante mucho tiempo, y mucha otra gente también. Si tú, primer concejal del pueblo, no te enteras, tal vez es porque formas parte del problema o porque no pones el foco en ello.

El verano pasado fue desastroso para mí: murió mi abuelo, mi ama estaba con covid-19 y no pude verla y, como dice la canción de Rigoberta Bandini, «no tenía ganas de saltar una vez más, me quedé de lado sin saber reaccionar, son muchos años buscando aquí la felicidad o el despertar». Así que, en el momento en que sucedía, no pude dar respuesta a una agresión violenta. Nos manifestamos en Estella-Lizarra. Mucha gente acudió a denunciar estos actos de violencia que suceden a diario en muchos entornos. No tuve fuerzas para ir a denunciar los hechos ante la Policía, porque no quería volver a ver las caras de estos sujetos ni tener que explicar una vez más la situación.

Entiendo que lo que yo viví no es un hecho aislado y hunde sus raíces en un problema que es sistémico. De modo que la respuesta ha de atender a la estructura social que lo crea. Envié correos a los ayuntamientos de Arróniz y Estella-Lizarra. A este último le costó un tiempo reaccionar, pero, tras denunciarlo públicamente en GARA con el artículo “¿Maricón de qué?”, escrito por mi amiga Itziar Ziga, Koldo Leoz se puso en contacto conmigo y me preguntó qué necesitaba para responder a estas situaciones. Concretamos en que se crearía un protocolo en contra de las agresiones LGTBfóbicas. Por el contrario, el Ayuntamiento de Arróniz contestó con evasivas, limpiándose las manos, del modo en que lo he narrado al principio de este artículo.

Parece que no tenemos otra alternativa que «sexiliarnos», huir de nuestros pueblos, condenarnos a vivir lejos de nuestros padres, madres, abuelas y amigos, obligarnos a crear una nueva identidad, porque el entorno y alcaldes como este no toman en serio nuestras denuncias, ni entienden que entre sus responsabilidades se encuentra el dar respuesta a estas violencias y proteger a las personas. Porque quien ostenta una posición de poder y se pone de perfil ante situaciones de desamparo no hace sino mancharse las manos de sangre de maricones, bolleras y personas disidentes de género.

Un sufrimiento doble provocado primero por el entorno y, luego, por parte de las instituciones. Y es que el señor Moleón, del PSOE, debe creer que, por el simple hecho de poner un cartel a la entrada del pueblo en el que se lee que no se toleran agresiones sexistas y por llevar una pulserita de Arróniz contra las agresiones, ha desaparecido el problema y los habitantes de su pueblo han abandonado el machismo y la LGTBfobia de un plumazo. Imagino que estas eficaces medidas hacen que no se le caiga la cara de vergüenza y que este asunto no le robe ni un solo segundo de sueño. A mí sí, porque yo estoy luchando por el sueño de que mi pueblo florezca y sea vivible para todas, todes y todos, y eso solo se conseguirá creando políticas sociales para luchar contra las discriminaciones y, sobre todo y para empezar, escuchando a quienes las sufren.