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Impopular


Los diputados de la Asamblea Nacional francesa se fueron de vacaciones el viernes pasado dejando en suspenso la ley de reforma de las pensiones, un colchón económico social que se imaginó durante el Gobierno del Frente Popular y que se instauró definitivamente tras la Segunda Guerra Mundial. Fue también aquel ejecutivo socialista de preguerra quien concedió a los trabajadores el derecho a tomarse unas semanas de ocio manteniendo la integridad del sueldo. Un salario que hoy día se encuentra en su mínima expresión, casi a la altura de la nula visión social que muestra el palacio del Elíseo y que también puede medirse por el nivel de popularidad de Macron, el más bajo desde que fuera reelegido en el cargo. Refugiado en la política exterior, con la que quiere recuperar altura, desde el avión que el que regresaba de la cumbre de Munich ha apostado por una solución negociada a la guerra de Ucrania mientras París envía carros de asalto a Zelenski con los que se prolongará ese mismo conflicto que dura ya un año. Desde Moscú le han respondido que su palabra no vale nada. Y como ha empeñado la suya en una reforma de las pensiones que es totalmente innecesaria según las proyecciones económicas del propio Consejo que las regula, el presidente necesita vencer en este frente, aunque sea impopular.