FEB. 23 2023 KOLABORAZIOA Ahora nos jubilamos más tarde y más pobres que en 2014 Mikel NOVAL y Janire LANDALUZE Gabinete de Estudios de ELA Los datos de la Seguridad Social muestran que las personas que accedieron en noviembre de 2022 a una pensión de jubilación en la CAPV tuvieron una pensión inicial de 1.694 euros. En 2014, era de 1.610 euros. Es decir, las personas jubiladas en 2022 cobran solo 84 euros más que quienes se jubilaron 8 años antes. Esto significa que -lejos del discurso oficial y mediático de que las nuevas pensiones crecen demasiado-, las de jubilación están perdiendo poder adquisitivo, y de manera importante. En concreto, se trata de una pérdida de 4,5 puntos en 8 años (la inflación ha crecido 4,5 puntos más que la cuantía de las nuevas pensiones de jubilación). Respecto a la edad, quienes se jubilaron en 2022 lo hicieron, de media, casi un año y medio más tarde que quienes se jubilaron en 2014. Es decir, ahora la gente se jubila más tarde y más pobre. La principal razón de ello es la reforma de pensiones aprobada por Zapatero y acordada por CCOO y UGT, que comenzó a aplicarse, de manera progresiva, en 2013. Como es sabido, esa reforma pasó a contabilizar 25 años para el cálculo de la pensión (frente a los 15 anteriores), recortó las jubilaciones anticipadas y retrasó la edad de jubilación de 65 a 67 años (seguramente Macron mirará con envidia a sindicatos así de responsables, que dan por buenas medidas que en su territorio dan lugar estos días a movilizaciones y huelgas generales). Es justo a partir de la entrada en vigor de esa reforma cuando empieza a caer el poder adquisitivo de las nuevas pensiones de jubilación, lo que da una muestra de la gravedad del ataque que supone aumentar el número de años que se tienen en cuenta para calcular la pensión. Ahora quieren que aceptemos pasar de 25 a 30 años diciendo que el efecto de esa medida es neutro. No lo es, como no lo fue pasar de 15 a 25. Las condiciones de vida dependen, en gran medida, de los ingresos de los que dispongamos. Las políticas públicas están contribuyendo a un empobrecimiento generalizado. Y lo que pasa en las pensiones es parte de esa política. No es casualidad que las nuevas pensiones de jubilación sean ahora, en términos de poder adquisitivo, más bajas que hace 8 años. Como tampoco es lo escandaloso que resulta que las mujeres que se jubilan cobren de media al mes 488 euros menos que los hombres (la pensión inicial de las mujeres que se jubilan es de 1.403 euros, frente a los 1.891 euros mensuales de los hombres). La pobreza se ceba con las mujeres. Ante la amenaza de una nueva reforma en pensiones, es necesario revertir los recortes, establecer una pensión mínima de 1.260 euros y acabar con la brecha de género. Todo lo contrario a lo que se está planteando, que es dar nuevos pasos para empobrecer a las personas que se van a jubilar. Se puede y se debe dar un giro de 180 grados a las políticas en pensiones. Pero para ello hay que romper con la condicionalidad de las políticas que se viene aplicando en la UE. Como ELA denunció en su día, recibir Fondos Europeos exigía aplicar recortes. No se derogó la reforma laboral. Y el gobierno acordó con Bruselas aumentar nuevamente los años para calcular la pensión. Los Fondos Europeos no son el chollo que nos repiten día sí y día también. Se van a destinar a ir sobre todo a engordar los beneficios de las grandes multinacionales, y exigen recortes sociales, también en pensiones. Hay que romper con la condicionalidad de las políticas que se viene aplicando en la UE