Iñaki LEKUONA
Profesor
AZKEN PUNTUA

Locos

Ya apenas nadie se acuerda de aquella Encelopatía Espongiforme Bovina con la que la ganadería intensiva pinchó en hueso y lo mejor de la chuleta se quedó en el plato. Aquella enfermedad de las vacas locas se explicó con un “bóvido no come bóvido” y señaló con el dedo acusador a la industria cárnico productivista por intentar acelerar los plazos de crecimiento de los hervíboros con proteínas de origen animal. Representantes de ese sector copan la mayor feria agroganadera de Francia, en la que Macron estuvo este fin de semana, sabedor de que activistas ecologistas intentarían convencerle de que otra manera de comer y de vivir es del todo posible. Pero él sabe que se equivocan. Porque “hombre sí come hombre”. Lo llevamos haciendo siglos. Por eso nos hemos vuelto locos. Tanto como para que un fiscal y un juez, en lugar de ingresar en un centro psiquiátrico a un menor con un evidente problema de salud mental, lo envíen a prisión azuzados por una opinión pública acostumbrada a devorar seres humanos. Ahora, niños. En efecto, este menor mató a su profesora, terrible, pero a todas luces hoy los chiflados son aquellos que estiman que no se hace justicia con injusticia. Y la prisión para un menor enfermo es una medida del todo injusta. De hombres locos como vacas.