GARA
PEKÍN

Xi Jinping nombra primer ministro a su obediente y leal escudero Li Quiang

La Asamblea Popular Nacional de China certificó y escenificó lo que era un secreto a voces. A saber, que Xi eligió a Li, o si se quiere, el líder a su número dos, que el presidente nombró a su primer ministro. Li Quiang tendrá que lidiar con una situación mundial convulsa, reactivar la economía en medio de las sanciones y abordar el reto demográfico.

El recién electo primer ministro, Li Qiang, prestando juramento tras ser elegido en la cuarta sesión de la Asamblea Popular.
El recién electo primer ministro, Li Qiang, prestando juramento tras ser elegido en la cuarta sesión de la Asamblea Popular. (Greg BAKER | AFP)

Para ser una reunión con mucha ceremonia, poco debate y donde unos delegados certifican decisiones tomadas de antemano, la Asamblea Popular de China ha copado la atención del mundo. No es para menos, hablamos de uno de los eventos más importantes de la política en el gigante asiático, en un momento de convulsión y de confusión extrema en el mundo, donde China aspira a poner orden, o mejor, a imponer «su orden».

Una de las razones de ese interés informativo es entendible. Cuanto más opaco sea un sistema, más mística le rodea. Cuando la política se hace a puerta cerrada, al abrirse todo está coreografiado hasta el último detalle, es hasta «normal» que la información y la lectura de los hechos quede en manos de los «expertos» y sinólogos.

Tampoco hay que ser un experto en la política y en la civilización china para ver que algo así es lo que ha ocurrido en la Asamblea Popular Nacional del PCCh que, además de sellar el poder y el estatus de Xi Jinping, hasta alzarlo al nivel del fundador del partido y gran timonel, Mao Zedong. Aunque para ello se hayan tenido que profanar ciertas tradiciones, entre otras, la de un máximo de dos mandatos de cinco años, y se haya elegido a Xi como presidente «de todo».

Leal acompañante

En ese sentido, ha sido una sorpresa sin sorpresa la elección de Li Quiang como primer ministro. Al fin y al cabo, era un leal escudero del «todopoderoso» Xi, ex secretario general del PCCh en Shanghai, que logró el puesto por haber acatado sin contemplaciones las directrices de la cúpula, que el año pasado le pidió dureza a la hora de imponer el duro confinamiento de casi tres veces que asoló la ciudad.

Nacido en 1959 en la provincia oriental de Zhejiang, Li Quiang sustituye en el cargo a Li Keqiang, que deja la cartera después de diez años en un segundo plano frente a Xi Jinping. Cuando Xi se afianzó como presidente en 2013, Li fue ascendido a gobernador de Zhejiang y, posteriormente, a secretario del PCCh en la provincia de Jiangsu para después dar el salto a Shanghai en 2017. Durante aquellos primeros años, Li acompañó a Xi en varios viajes -por ejemplo, en su vista oficial a EEUU en 2015- y editaba sus discursos: los expertos asumen que su trabajo se limitará a ejecutar las decisiones que tome el presidente.

Confianza del todopoderoso

El analista Andrew Collier sostiene que «su mayor fortaleza es haber trabajado como consejero de Xi durante años», lo que le daría una cierta «autonomía» para tratar los asuntos económicos, aunque haciendo lo necesario para que el jefe no tenga motivos para dudar de su lealtad. Y es que ser implacables es una de las máximas que el PCCh anunció en su Congreso para evitar corruptelas o disensos, algo que el propio Xi recalcó entonces al hablar de una «gobernanza más estricta».