MIKEL INSAUSTI
20.000 ESPECIES DE ABEJAS

La película del año

Algo ha cambiado en el cine hecho en Euskal Herria, porque por primera vez una película no necesita de apoyos o recomendaciones, se basta ella solita para abrir mercados y triunfar en los grandes festivales. Desde el primer pase de prensa “20.000 especies de abejas” (2023) no ha parado de crecer, ganar adhesiones y levantar pasiones. Mentiría si dijera ahora que se veía venir, porque la impresión era muy buena, pero nunca se sabe si las recompensas se van a corresponder con los méritos y el potencial creativo de la obra. Además, los premios que ha recibido, o las polémicas que ha despertado, han venido con sorpresa, empezando porque el que una niña de ocho años de edad, cuando rodó la película, gane el premio de Mejor Interpretación en la Berlinale resulta inaudito. Luego, la Biznaga de Oro a Mejor Película y el premio de Mejor Actriz de Reparto para Patricia López Arnaiz en el festival de Málaga entraban más dentro de lo esperado, visto lo visto.

El reto profesional que se le presenta a la debutante Estibaliz Urresola Solaguren es mayúsculo, porque después de ascender al Everest sin oxígeno toda cima a la que suba después va a parecer pequeña. De momento puede disfrutar de lo conseguido y pensar que el maestro Víctor Erice también arrancó así, nada menos que con “El espíritu de la colmena” (1973), donde también había una niña prodigio llamada Ana Torrent, que ha sabido seguir con su carrera. La comparación es pertinente, máxime porque la colmena vuelve a servir de metáfora de la organización social en torno a la vida familiar. La diferencia, por descontado, reside en que “20.000 especies de abeja” (2023) es hija de su tiempo, ocupándose y preocupándose por la identidad de género, a través de una persona menor que hace el tránsito de forma precoz, frente a la mirada de la gente mayor que tarda en reaccionar a una problemática que le resulta desconocida.