Amparo LASHERAS
Periodista
AZKEN PUNTUA

Buscando el lector adecuado

El escritor Ruiz Zafón nos descubrió un «universo literario» muy enigmático, “El cementerio de los libros olvidados”. En 2019, el cineasta Rémi Bezançon intrigó nuestra imaginación con aquella biblioteca de Bretaña donde se guardaban los libros rechazados por la industria editorial. Aunque las visitas turísticas hayan frivolizado la belleza de su historia literaria, la librería Shakespeare de París siempre será la de la generación perdida, la que prestaba libros a Hemingway y la que publicó por primera vez “Ulises”, la novela de James Joyce que nadie quería editar. En el Barrio Gótico de Barcelona, en el pequeño espacio de la librería Rodes, bajo la custodia de un gato dormilón, se amontona un tesoro de libros de viejo que nunca se perdieron ni olvidaron. En Ankara, trabajadores de la limpieza, en una fábrica okupada, han creado una biblioteca popular con más de 6.000 libros que rescataron de la basura. El otro día, cerca de mi casa alguien dejó una pila de libros junto al contenedor. Me llevé una guía del museo de San Petersburgo (Hermitage) de cuando todavía era Leningrado y aún existía la URSS. Se lo regalé a un amigo. Los demás, sobre la obra de San Ignacio de Loyola, los dejé para algún devoto transeúnte, votante del PNV. No existe un libro huérfano, todos tienen su lector adecuado.