1 de Mayo, pensamientos inoportunos
Lo de San José Obrero, es un invento de Franco. El 1 de mayo es el día del trabajador». Un amigo de mi padre lo repetía todos los años. También era el día que mi tío anarquista venía a comer. Durante la comida, el recuerdo se completaba con la historia de los sindicalistas asesinados en Chicago el 1 de mayo de 1886. Luego mi padre recordaba las huelgas por las ocho horas de trabajo, un derecho que la patronal apenas respetaba. Después hablaban de la lucha de clases y la sobremesa terminaba deseando que al año siguiente Franco ya hubiera muerto. Aquellas conversaciones no pasaron en vano por mi adolescencia. Cuando ETA, en mayo del 67, habló de la «liberación nacional y social» como las dos caras de una misma moneda, lo entendí con el lógico entusiasmo de quien emprende un tiempo nuevo. Lo curioso es que en este otro «tiempo nuevo» que es la estrategia de la transversalidad y la indefinición de clases como sujeto de cambio, esas tertulias casi clandestinas aún forman parte de mi patrimonio ideológico. Los intelectuales de la corrección política dicen que nuestra nostalgia es casi reaccionaria. Al pensar en sus palabras, siento tristeza y se me ocurre que tal vez, en este 1 de mayo de 2023, me pasa lo que al poeta. No tengo preguntas que importen, solo pensamientos inoportunos.