Mikel INSAUSTI
CRÍTICA : «LA IMPACIENCIA DEL CORAZÓN»

Adaptación bergmaniana de la novela de Stefan Zweig

L a anterior realización del veterano Bille August fue una paroximación a un episodio crucial de la vida de la escritora danesa Karen Blixen, a la que adapta en su nueva película “Ehrengard” (2023), producida por Netflix. No cabe duda de que el que fuera bautizado en sus oscarizados comienzos como el heredero natural del maestro Ingmar Bergman necesita del clima nórdico, sobre todo a su ya avanzada edad, para sentirse a gusto trabajando. Por eso traslada a Dinamarca la acción de “La impaciencia del corazón”, que Stefan Zweig, en su novela de 1939, situó dentro del Imperio Austrohúngaro. No obstante, sí ha rodado en Hungría las escenas de la caballería, por la fama que allí atesoran sus acrobáticos jinetes. Temporalmente no hay variación, puesto que este drama ético se desarrolla en vísperas del estallido de la Primera Guerra Mundial. Un marco histórico ligado a un sentido del honor y a unos valores morales ya extintos, pero que nos permiten examinar la contextualización de la condición o naturaleza humanas.

Los dilemas de conciencia que plantea “La impaciencia del corazón” derivan de una escena introductoria que resulta clave para el resto del relato, y es cuando el teniente Anton Hofmiller (Esben Smed) es invitado al castillo del Barón Lovenskjold (Lars Mikkelsen). Por error, invita a bailar a Edith (Clara Rosager), la hija del barón, que se encuentra postrada en una silla de ruedas a raíz de un accidente. Para compensar la humillación en público, lleva flores a la agraviada y a ese gesto le siguen otras atenciones.

Ante el inesperado idilio con la heredera hay quien ve interés o, de otro modo, una actitud compasiva. Pero el teniente cree que puede ser una influencia benefactora para la enferma, sobre todo a raíz de conocer al doctor Faber (David Dencik), casado con una mujer invidente a la que no pudo curar. Pero el pronóstico médico no es lo esperanzador que Anton querría.