Mikel INSAUST
THE LOST KING

Ni quito ni pongo rey

La distribución siempre busca el don de la oportunidad, y por eso el estreno de “The Lost King” (2022) ha ido a coincidir con los fastos de la coronación de Carlos III, que emparenta en número con Ricardo III, rehabilitado recientemente y reconocido como monarca legítimo entre 1483 y 1485. Más que sobre este hecho histórico, la película del ya octogenario Stephen Frears versa sobre las personas modetas que, gracias a su tesón, logran cambios en la sociedad que parecían imposibles. Por eso, si en las escuelas británicas ya no se puede enseñar que el protagonista de la obra teatral de William Shakespeare fue un usurpador de aspecto deforme, como se había venido haciendo durante cinco siglos, es gracias a Philippa Langley y su particular investigación arqueológica, coronada con un éxito cuya verdadera magnitud no ha sido todavía asimilada y reconocida, bien por ser mujer, bien por tratarse de una historiadora aficionada.

Lo que Frears pone en escena es mucho más que la lucha de David contra Goliat, y es que a lo largo del metraje de “The Lost King” (2022) se puede ver a una mujer tenaz que nunca se rinde, pese a tenerlo todo y a todos en contra desde el primer minuto hasta el último. El hallazgo de la tumba de Ricardo III bajo un aparcamiento de Leicester responde única y exclusivamente a la intución de Philippa Langley, a la que habían tomado por loca con sus intentos de excavación. Pero es que, incluso después de comprobarse que la mujer tenía razón, el academicismo oficial le sigue negando sus méritos, y dejándola fuera del estrado. Sally Hawkins transmite su especial empatía al retrato femenino de alguien que encuentra en su afición por la historia una válvula de escape a su rutina diaria, como madre divorciada y con dolencias crónicas, tal como plasman las fugas oníricas y subjetivas en que la protagonista comparte plano mental con el mismísimo Ricardo III, que cobra una renovada apariencia en el joven Harry Lloyd.