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UEFA WOMEN’S CHAMPIONS LEAGUE

Aumenta el espectáculo, se reducen las sorpresas

El torneo continental, que concluirá el 3 de junio con la final entre Barcelona y Wolsfburgo no deja de crecer. Aumenta la inversión, lo que repercute en la mejor preparación de las futbolistas y, por tanto, el espectáculo, mientras aforos y audiencias baten récords. El acceso a las eliminatorias, por el contrario, se restringe a un número limitado de clubes de máximo nivel.

(Ben STANSALL | AFP PHOTO)

Tras la emocionantísima clasificación para la final de Barcelona y, sobre todo, Wolfsburgo, a la UEFA Women’s Chapions League 2022/23 solo le falta conocer quién sucederá al Olympique de Lyon en el palmarés.

No hace falta, por el contrario, esperar a la final para saber que el torneo sigue creciendo a nivel deportivo, social y económico. Están interrelacionados, evidentemente. Los clubes y la UEFA han aumentado la inversión, que ha repercutido en una mejor preparación de las futbolistas, lo que se refleja en partidos más atractivos que concitan la atención de una afición más numerosa, invitando a las televisiones a participar del espectáculo, que así incrementa sus ingresos y para seguir mejorando en una espiral cuyo tope no se percibe todavía.

Se reducen, por el contrario, las sorpresas, uno de los grandes atractivos del deporte. Desde la creación del torneo, hace más de dos décadas, la UEFA ha ido retocando el formato hasta encontrar la fórmula que estrenó la temporada pasada, que aumenta el número de participantes y que incluye una fase de grupos que se ha revelado todo un acierto. Se evitan eliminatorias tempranas entre cocos -aunque una mala Liga puede tener consecuencias similares en las dos rondas previas- y se ofrece más presencia a escuadras y Ligas más modestas. Pero, con formato de liguilla y al menos dos grandes equipos en grupos de cuatro rivales, poca posibilidad de alcanzar las eliminatorias tienen no ya el modesto representante albano de turno, sino incluso los clásicos aunque venidos a menos equipos nórdicos. A eso se le unen las diferentes velocidades a la que avanzan las Ligas y los equipos dentro de cada competición doméstica y, por extensión, la continental.

El resultado es que en los cinco últimos años, solo siete equipos diferentes han alcanzado las semifinales, cuando en los cinco anteriores fueron once, y las nacionalidades se han reducido de seis a cuatro. Se repite en los cuartos, tanto con los equipos -16 diferentes en el último lustro, 23 en el anterior- como en su procedencia: los cuartofinalistas de Ligas distintas a las alemana, francesa, inglesa y española han supuesto un 15% en los últimos cinco años frente al 35% de los cinco anteriores.

En definitiva, las eliminatorias, de las que han desaparecido equipos sin el respaldo de grandes clubes masculinos, se han convertido en una suerte de «Superliga», a la que se accede por méritos deportivos pero que exige una «cuota» igualmente cara.

Está en manos de la UEFA una democratización del torneo, una apertura de las posibilidades, bien con otra vuelta al formato, bien con un reparto diferente del dinero -el montante de los premios ha ascendido este curso a 24 millones de euros- que implique mayores ayudas a clubes y Ligas más modestos, al menos hasta que se reduzca la brecha. Impulsar, en definitiva, una singularidad más del fútbol femenino, como las que ya le distinguen sobre el verde, con un juego más limpio y con menos interrupciones, y en la grada, con la presencia de un público más femenino, más joven y más familiar que en las competiciones masculinas.

Un público que también crece, en el campo y tras las pantallas, a pasos agigantados. El seguimiento de partidos a través de DAZN y su canal de youtube ha crecido en un 42% respecto a la temporada anterior, la primera en la que se retransmitieron todos los partidos desde la fase de grupos. En la grada, el promedio de asistentes por partido se ha duplicado en cuatro años para alcanzar los 10.800. Solo este año, en el que se han abierto grandes estadios desde la fase de grupos, se han registrado cinco de las diez mejores entradas de toda la historia del torneo, finales incluidas; en diez partidos se han superado los 20.000 espectadores cuando en el total de las 21 ediciones anteriores se había logrado en 17 ocasiones.También lo hará la final, con los 35.000 asientos del Philips Stadion de Eindhoven que, visto lo visto, se quedarán cortos.