Mikel INSAUSTI
ASEDIO

Tenemos chica nueva en antidisturbios

La película “Asedio” (2023) es una ficción basada en hechos reales. Creo que el público que vaya a verla entiende perfectamente lo que quieren decir sus productores cuando la anuncian así, por lo que no tendría mucho sentido que reclamasen la devolución del precio de la entrada por sentirse estafados. Todo se enrarece al saber que sobre el productor Enrique López Lavigne pesa una denuncia del SUP (Sindicato Unificado de Policía), en la que dicen sentirse damnificados por la imagen de corrupción policial generalizada que se ofrece, y que no se ajusta a la realidad. Piden la retirada de la etiqueta “basada en hechos reales”, y que se sustituya por otra que diga que los sucesos relatados son inventados y no tienen que ver con ningún caso real. Asimismo se declaran ofendidos por la utilización que se hacen de los uniformes oficiales, que en su criterio deberían haber sido reemplazados por otros imaginarios o no reconocibles.

Salta a la vista que las reacciones que está provocando “Asedio” (2023), con críticas adversas muy ideologizadas, son algo nuevo en el panorama del cine policiaco que se hace en el Estado español, simple y llanamente porque vira de forma atrevida y novedosa hacia el thriller social. Y, no solo es cuestión de temática, sino también de estilo visual y narrativo. Miguel Ángel Vivas rueda a tiempo real en largos planos secuencia, en ambientes marginales que generan una angustia casi terrorífica. El escenario localizado en un ruinoso edificio de la calle Toledo de Parla es pura tensión claustrofóbica, y más aún en plena operación policial de desalojo. Es una batalla campal en la que las sombras de los bandos enfrentados se difuminan, hasta resultar espectrales. El factor humano reconocible está en la antidisturbios novata que Natalia De Molina encarna con todo su sobrado talento interpretativo, y en la inmigrante nigeriana a la que también infunde veracidad Bella Agossou. Ambas se necesitan en un territorio hostil.