EDITORIALA

Endurecer la migración solo agrava los problemas

Durante la pandemia del covid, el Gobierno presidido por Donald Trump estableció una norma, conocida como Título 42, que permitía la devolución en caliente de las personas que fueran detenidas atravesando la frontera de EEUU. Ayer, finalmente, esa norma fue anulada. La derogación de esa ley debería ser motivo de alivio, sin duda, pero la norma que la sustituirá, el Título 8 con décadas de antigüedad, contiene unas restricciones todavía mayores, ya que a la expulsión se suma la prohibición de entrada en el país durante cinco años. Además, cualquier intento posterior de atravesar la frontera puede terminar en un proceso penal. Este endurecimiento ha provocado que durante los últimos meses, y especialmente esto últimos días, se hayan multiplicado los intentos de atravesar la divisoria entre México y EEUU, lo que se ha traducido en una situación crítica a lo largo de toda la frontera.

La lógica que guía a la Administración Biden es que si se endurece la política contra las personas que migran sin papeles, estas optarán automáticamente por utilizar las vías legales. Sin embargo, estas vías son cada vez más restrictivas. La experiencia de Europa y del resto del mundo muestra claramente que para lo único que sirve una legislación más férrea es para que desaparezcan las vías seguras y el tránsito se convierta en un largo, penoso y doloroso camino que a menudo termina en tragedia. Perseverar en el error solo sirve para que aumente el sufrimiento de muchas personas que se encuentran en una situación desesperada. De hecho, incluso la Cámara de Comercio de EEUU, la mayor organización empresarial del país, ha hecho un llamamiento a que se proporcionen más recursos a la frontera, pero sobre todo a que se «expanda» la migración legal. Da la impresión de que hasta los empresarios han comprendido la esterilidad de la mano dura.

Lo cierto es que cuando el hambre, la pobreza, la violencia y las guerras conforman el contexto que los migrantes dejan atrás, no es difícil comprender que nada detendrá a esas personas hasta que alcancen un entorno seguro. Empeñarse en lo contrario es cruel y cada vez más peligroso.