Imanol INTZIARTE

Goia defiende su mayoría frente al retorno de Izagirre

El candidato jeltzale aspira a su tercera legislatura consecutiva como alcalde de Donostia, con un PSE que se hace el remolón durante la campaña pero que nadie duda que le ofrecerá su respaldo. EH Bildu se presenta como alternativa. El complicado acceso a la vivienda y el desatado crecimiento del turismo marcan la agenda.

En esta página, mesa redonda entre los cinco candidatos. En la siguiente, terrenos de los cuarteles de Loiola y decenas de turistas en el Peine del Viento.
En esta página, mesa redonda entre los cinco candidatos. En la siguiente, terrenos de los cuarteles de Loiola y decenas de turistas en el Peine del Viento. (Gorka RUBIO - Juan Carlos RUIZ - Jon URBE | FOKU)

Todo apunta a que Eneko Goia repetirá por tercera legislatura consecutiva como alcalde de Donostia. Así lo dictan al menos las encuestas publicadas, que dan al PNV el mismo número de concejales que los que tiene ahora, 10, o incluso uno más. Por detrás, EH Bildu consolidaría su posición como segunda fuerza, con 7 asientos, unos más que hasta la fecha. El PSE mantendría los 5 con los que cuenta, el PP seguiría con 3 o perdería uno, y lo mismo cabe decir de Elkarrekin Podemos.

Estos son, negro sobre blanco, los datos de los sondeos. Nadie duda de que PNV y PSE no tendrán ningún problema en reeditar su gobierno de coalición, aunque ya se sabe que durante la campaña los representantes políticos son muy dados a hacerse los interesantes en este aspecto. Los jeltzales se asegurarían cuatro años más de tranquilidad y estabilidad, mientras que el PSE, lejos de los tiempos en los que alcanzó hasta 11 ediles, parece conformarse con guardar la ropa mientras nada en las templadas aguas de la gestión institucional.

El picante de la campaña lo habría puesto la irrupción de Odón Elorza, quien tras doce años de “exilio” en Madrid se postuló a las primarias de su partido para aspirar a un cargo que ya había ocupado durante dos décadas, entre 1991 y 2011. Hubiera sido interesante comprobar en qué cantidad mantenía ese gancho personal que en sus buenos tiempos le permitía cosechar mucho mejores resultados en las municipales que los que conseguía su partido en las forales. Varios miles de personas depositaban la papeleta del PSE para el Ayuntamiento y la del PNV para la Diputación, son datos que se pueden comparar fácilmente.

El retorno de Elorza quizás hubiera incluso amagado con cambiar la geometría de los pactos postelectorales, poniendo nervioso al PNV ante una posible entente escorada hacia la izquierda con EH Bildu y Elkarrekin Podemos. Una fórmula que por ejemplo funciona en un Ayuntamiento como el de Durango.

Al menos habría podido existir cierta ambigüedad flotando en el aire. Nunca lo sabremos. Todo quedó en un cuento de política-ficción cuando en octubre los afiliados y afiliadas del PSE optaron, con una clara mayoría de dos tercios, por dar el liderazgo de la lista a Marisol Garmendia, que en su día asumió la portavocía tras la marcha a Madrid de Ernesto Gasco. Posiblemente, esa noche otoñal el principal ganador, sin siquiera presentarse, fue Eneko Goia.

Ahora Garmendia trata de marcar distancias, como si ella y su partido no hubieran formado parte del Gobierno municipal durante los últimos años, como si tuviera el aparatito de la película “Men in black” que limpia la memoria de los votantes a golpe de flash. Por ejemplo, asegura que revertirá todos los cambios de tráfico en el centro de la ciudad, pero más de uno le replica en las redes sociales que no dijo “esta boca es mía” cuando se implementaron.

CIRCUNSTANCIAS ESPECIALES

La oposición la encabeza una EH Bildu que recupera a un caballo ganador, Juan Karlos Izagirre, alcalde entre 2011 y 2015, aunque aquellos fueron unos comicios en unas circunstancias muy particulares. Él mismo reconoce que fue una victoria sorpresa. Tras no revalidar su victoria hace 8 años, el de Igeldo volvió a la práctica de la Medicina, pero en 2019 regresó como candidato a diputado general de Gipuzkoa, siendo superado por Markel Olano (PNV), por lo que la última legislatura ha sido portavoz de la coalición soberanista en Juntas Generales.

La que no seguirá en el edificio de la calle Igentea es Reyes Carrere, una apuesta que no ha dado posiblemente los resultados esperados, no es lo mismo dirigir un equipo deportivo de élite que ganarse las simpatías y convencer a la ciudadanía que acude a las urnas.

La única cara nueva entre los aspirantes es Víctor Lasa, cabeza de lista de Elkarrekin Podemos. Los morados “resetean” y cierran el ciclo de Aitzole Araneta. La recta final ha venido marcada por algunas desavenencias internas, que salieron a flote con la marcha de la representante de Ezker Batua, Haizea Garay, quien acusó a Araneta de haber protagonizado «diferentes episodios de acoso y violencia verbal y física». Podemos e IU vuelven a presentarse juntos, además de Equo y Alianza Verde, lo que da a entender que se han limado las asperezas.

El PP saltó de Borja a Borja. Sémper se retiró de la política siendo concejal -ya ha regresado, con un puesto importante en Madrid de la mano de Alberto Núñez Feijóo- y cedió los trastos a su tocayo Corominas. Este ha seguido la estela de su predecesor, que escogió el lema “No es política, es San Sebastián” y trató de dar la menor visibilidad posible a las siglas del partido. Corominas y su equipo han optado por poner el foco principalmente en temas de corte municipal. Su momento álgido fue cuando bajaron al Urumea para retirar de su cauce objetos voluminosos que alguien había arrojado. Otra de sus señas de identidad es la cuestión de la “seguridad”, con propuestas de corte policial y punitivo.

MAR DE FONDO

Volviendo a las encuestas actuales, estas auguran no solo que la coalición PNV-PSE podrá seguir gobernando, sino que mantendrá esa cómoda mayoría absoluta que le permite sacar adelante sin sobresaltos los presupuestos y cualquier otro proyecto. Los sondeos no recogen ningún tipo de desgaste, a pesar de que ya son ocho los años de mandato.

No obstante, en redes sociales, cartas a los medios de comunicación y conversaciones en la calle se aprecia una corriente de fondo que habrá que ver si llega a levantar algún tipo de ola.

El ser humano es por naturaleza conservador y resistente al cambio, pero en la capital guipuzcoana han ganado candidatos de PNV, EA, PSE, EH Bildu… y hasta del PP en 1995 con Jaime Mayor Oreja, que ocupó el lugar de Gregorio Ordóñez, muerto unos meses antes en atentado de ETA. Eso sí, Elorza logró mantener la alcaldía.

Por tanto, y ya de vuelta a 2023, en principio el interés de la noche electoral estará en saber si la suma de PNV y PSE llega a los 14 concejales. Si no alcanza esa cifra, el terreno de juego se abre, puesto que el Gobierno municipal tendría que alcanzar en cada asunto acuerdos con al menos uno de los otros tres partidos para asegurarse los votos necesarios.

Dos son los temas que copan los titulares desde que arrancó la precampaña. Uno de ellos un clásico, la vivienda. Los precios del alquiler o la compra son prohibitivos, salvo para las clases más pudientes, con lo que muchos jóvenes -más de 3.000 en la última década, según datos oficiales- han tenido que marcharse. Eso tiene otra derivada, el envejecimiento de la población: la media de edad supera los 46 años y una de cada cuatro personas tiene más de 65.

Las soluciones planteadas han venido pasando por la construcción, en el horizonte aparecen diversas promociones, con los cuarteles de Loiola como buque insignia. Pero hasta la fecha eso no ha sido suficiente, y nadie ha podido o querido intervenir en los precios para poner freno a su carestía.

HOTELES COMO CHAMPIÑONES

El segundo tema estrella es el turismo, o más bien el desaforado crecimiento del mismo durante la última década, salvo el paréntesis de una pandemia que, justo es reconocerlo, no era fácil de gestionar y ha condicionado la legislatura. Los alojamientos hoteleros han brotado como champiñones con el visto bueno de la administración, que ahora comienza a poner límites.

La flexibilidad para la conversión de viviendas en pisos turísticos ha restado opciones al alquiler residencial y dos de cada tres donostiarras cree que se ha tocado techo y que la ciudad no debería incrementar el número de visitantes.

Vivienda y turismo acaparan los focos, pero como es lógico en una ciudad de casi 200.000 habitantes hay mucho más. La Donostia del futuro deberá decidir, entre otras cuestiones, cómo afrontará los requisitos de movilidad para cumplir con las directrices europeas frente a las resistencias del lobby “cochista”, qué inversiones destinará para responder a las necesidades de los barrios más olvidados, qué medidas tomar para sostener el idioma y la cultura vasca, cuál será el destino de sus cada vez más escasas zonas verdes o cómo regenerar su degradada zona deportiva de Anoeta-Illunbe.