Mikel INSAUSTI
INCREÍBLE PERO CIERTO

El sótano del tiempo

Nunca se puede esperar del enfant terrible Quentin Dupieux una película convencional, ni siquiera desde el punto de vista genérico. Porque el tema de las casas encantadas con sótano a explorar por lo general se presta al cine de terror, y el de las paradojas temporales a la ciencia-ficción. “Incroyable mais vrai” (2022), a pesar de jugar con esos dos elementos tan emblemáticos, ni es terrorífica, ni tampoco futurista. Lo que la distingue es su tono desconcertantemente costumbrista, en apariencia similar al de cualquier comedia francófona sobre matrimonios vecinos con un reparto reconocible que confronta a la pareja Alain Chabat-Léa Drucker con la que forman Benoît Magimel y Anaïs Demoustier. En esto me recuerda a Buñuel, y no lo digo solo por las hormigas o lo entomológico, sino porque bajo una puesta en escena de apariencia rutinaria se esconde un auténtico arsenal subersivo que dinamita los estereotipos de la vida burguesa.

La ruptura con la corrección formal suele venir en Dupieux de la introducción de elementos extraños o discordantes, como por ejemplo lo sicotrónico en “Mandíbulas” (2020), con la presencia anormal de una mosca gigante. En “Increíble pero cierto” (2022) utiliza los reclamos publicitarios, sacándolos de contexto. Así, el jefe y vecino del protagonista se deja convencer por la propaganda que le promete potencia sexual mediante un pene mecánico, con el que podrá satisfacer a su pareja, mucho más joven que él.

De modo que la actual obsesión por parar el envejecimiento y descubrir la fuente de la eterna juventud se materializa en el sótano del tiempo con el que cuenta la casa que acaban de adquirir Chabat y Drucker, según una premisa que deriva hacia la sátira surrealista. Lo que Dupeieux ridiculiza no es el culto a la imagen en sí, sino las ridiculeces que son capaces de hacer las personas por conseguir sus ideales o sus sueños.