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EL FESTIVAL DE FOTOGRAFÍA SACA A LA CALLE «LOS PROBLEMAS QUE NOS ATRAVIESAN»

Getxophoto se reivindica como lugar de debate... y pausa

La fotografía, como la vida, se puede ver corriendo, en un golpe de vista, o con tiempo. Evidentemente, sabemos cómo se disfruta mejor. Pero en este mundo acelerado, con humanos y naturaleza agotados, parar es, de por sí, una opción política. Así lo plantea Getxophoto, el festival de fotografía más callejero de Euskal Herria.

El «Pausómetro» mide el nivel de desahogo de quien grite el lema de esta edición del festival. (Oskar MATXIN | FOKU)

Uno de los muchos paseantes-deportistas-senderistas-jubilados -hay de todo, es muy difícil englobarlos en una única definición- que recorren la luminosa playa de Ereaga, en Algorta, está parado mirando a las inquietantes imágenes del japonés Haruhiko Kawaguchi, firmadas bajo el seudónimo de Photographerhal, y que están aquí reproducidas a gran tamaño: son familias japonesas y sus casas, envasadas al vacío, casi al borde de la asfixia. Parecen salmones gigantes envasados expuestos en un estante del frigorífico del supermercado. Al otro lado, en el reverso de “Flesh Love All”, como se titula esta serie, la imagen que nos llega es más gozosa: enmarcada por el azul del mar está “Entre sueños la selva hace el eco de la canción de la anaconda ardiente”. Son las fotografías de la antropóloga y artista Tatiana López tras la investigación etnográfica que realizó junto a mujeres sapara de la Amazonía ecuatoriana, en su lucha contra la extracción de combustibles fósiles y la pérdida de sus saberes ancestrales.

Veamos, ¿qué tenemos entonces?: por un lado, ciudadanos agobiados de este mundo actual; por otro, la cosmovisión de los pueblos amazónicos, en peligro, que tienen hasta nombre para el equilibrio natural: “witsa ikichanu”, el buen vivir. Y en un lateral, en otro jardín y también a gran tamaño, en riguroso blanco y negro, unas imágenes hasta ahora no vistas en Europa del reportero gráfico japonés Mitsutoshi Hanaga. Es un reportaje sobre la “revuelta” pacífica que llevaron adelante en 1970 los Jusatsu Kitō Shūdan (literalmente, monjes que traen la maldición) , cuando decidieron tomarse la justicia por su mano ante el aumento de enfermedades provocadas por fábricas, minas y refinerías. ¿Cómo lo hicieron? Armados con sus estandartes y sus instrumentos musicales, organizaron procesiones y ceremonias.

Esto es Getxophoto, el festival de fotografía popular y callejero que se celebra en Getxo (Bizkaia) y que, en esta nueva edición y durante casi un mes (arranca hoy y se prologará hasta el 25 de junio) propone ver, pasear, reflexionar, conocer y debatir sobre realidades que van desde Japón a Ecuador, pasando por casa y, de paso, saltar al universo paralelo de la Inteligencia Artificial. 23 artistas seleccionados de todo el mundo muestran su obra en una edición con un lema, “Pausa!”, en el que Begihandi, la asociación organizadora, reivindica que paremos, pero con una «pausa activa que nos permita detener el deterioro de los oasis, la pérdida de la oscuridad nocturna, el consumo acelerado de la información o la hiperproductividad hasta en nuestro ocio».

¿QUE SENTIDO TIENE IR A UN FESTIVAL?

El agotamiento del planeta y de sus habitantes, la tecnología que no nos libera sino que, al contrario, nos controla... en los temas que plantea, les ha salido una edición muy reivindicativa este año en Getxophoto. ¿Pero es que un festival puede llegar a ayudar a cambiar las cosas?, le preguntamos a María Ptqk, la nueva comisaria del festival para el periodo 2023-2025. Una de las características de este encuentro fotográfico es que el comisariado es temporal.

La bilbaina es investigadora cultural, escritora y autora de muestras como la estupenda “Ciencia fricción. Vida entre especies compañeras” (CCCB de Barcelona y Alhóndiga de Bilbo): «Getxophoto tiene esa singularidad de que ocurre en el espacio público -explica-. Estaba leyendo estos días una entrevista a una comisaria de fotografía que se preguntaba ¿qué sentido tiene hoy hacer festivales cuando todo está online? ¿Para qué me voy a ir hasta no sé dónde a ver algo, si lo puedo ver online? Pues quizás el sentido, y por ahí tenemos que dar sentido también a lo que hacemos como profesionales de la cultura, es provocar esos lugares de encuentro. No es lo mismo ver algo tú sola en tu casa que verlo en un lugar donde está puesto en contexto, donde hay otras personas que también están ahí. Y, en particular Getxophoto, pero en general las citas culturales, las debemos reivindicar como espacios de encuentro, de intercambio y debate, de construcción de esfera pública y de construcción de esfera ciudadana. En ese sentido son lugares en los que hablar de las cosas que nos importan».

«Y -añade- con el tema de ‘Pausa!’ en concreto, nos ha pasado desde el principio que empezamos a decir ¿de qué va el festival este año? De pausa. Empatiza inmediatamente todo el mundo, porque es algo que nos está atravesando. Por lo tanto, sí nos ha quedado una edición reivindicativa, pero porque es un tema que es problemático porque realmente nos está marcando como sociedad y no tenemos espacios para hablar de ello».

UNA DISCOTECA Y UN MERCADO

María Ptqk y Jokin Aspuru, director del festival, están en el antiguo Casino de Algorta, donde ayer tuvo lugar la rueda de prensa de presentación de esta edición. El Casino es un lugar antiguo, parte del pasado de Algorta, en cuyas paredes y accesos está representada también una de las intrahistorias de esta localidad; en concreto, las historias de su pasado nocturno y el de varias generaciones que, entre 1973 y 1999, pasaron por la discoteca Gwendolyn, durante su casi medio siglo de vida.

Porque pese a la presencia internacional, lo local está muy presente en Getxo-photo. Muy cerca del casino está el mercado de Algorta, convertido en esta edición en el corazón del festival. Entre los puestos de verduras, pescado y carne, hay exposiciones de series fotográficas -un estudio sobre las patatas, de la gallega Ana Núñez Rodríguez, por ejemplo- o propuestas de juegos como el “Pausómetro”, del colectivo Gueada, que mide los decibelios de desahogo cuando se grita el lema de esta edición. Es un espacio público convertido en espacio cultural... hasta el punto de que los puestos han decidido que en estas fechas el lugar no cerrará las puertas fuera de las horas de mercado.

UN POCO DE «INEMURI»

Seguimos paseando por Algorta -por cierto, este año el festival ha empezado a extenderse a otros barrios también-, y nos quedamos con la incógnita de ver en persona las exposiciones de Punta Begoña, que hoy abren sus puertas. Allí estará “Before It’s Gone (Antes de que desaparezca)”, del marroquí M’hammed Kilito, un trabajo fotográfico de largo recorrido, ganador del Open Call 2023, en el que se nos acerca a lo que queda de estos últimos oasis: pequeños grupos de palmeras que resisten en lo que alguna vez fue una isla de verdor (según el Ministerio de Agricultura de Marruecos ya han desaparecido dos tercios de las palmeras de su territorio); activistas locales que luchan contra la despoblación y por un uso más racional de los recursos hídricos; o jóvenes migrantes que han hecho el camino de ida y vuelta entre el norte de África y el sur de Europa como refugiados climáticos.

En la gasolinera hay un coche colgado de un árbol en las imágenes del brasileño Lucas Bambozzi... y nos asalta una duda: ¿Por qué hay una presencia tan importante de fotógrafos japoneses? Hemos contado al menos cuatro en nuestro paseo. «El motivo es que la pausa quizás en la cultura oriental tiene un papel diferente que en la nuestra: no es un ‘no hacer’, es un ‘estar’ distinto. Y eso es algo que hemos querido reivindicar también en el festival», explica su comisaria. Un «no estar» como el que retrata la serie del navarro Miguel Leache (en el Casino, también) sobre viajeros del metro de Tokio practicando el inemuri, término que define un estado de sueño vigilante, una forma de ‘dormir estando presente’ que se realiza habitualmente en lugares públicos, ya sea en la oficina, en la escuela o en el transporte. Una especie de quedarse traspuesto, que se diría aquí. El inemuri tiene un importante componente cultural que a veces cuesta comprender en Occidente. No se considera como una falta de educación pues la persona no está dormida del todo, solo reposa mentalmente por un breve lapso de tiempo, pudiendo volver a la actividad en cuanto sea necesario.

Algo así habrán debido de usar para hacer ImageNet, el gigantesco archivo de imágenes para entrenamiento visual de Inteligencias Artificiales (en Amezti sala). Compuesto por más de 14 millones de fotos organizadas en 21.000 categorías, ese trabajo de clasificación, que atribuye una palabra a cada foto, se llevó a cabo a través de Amazon Mechanical Turk, plataforma online que externaliza ‘tareas de inteligencia humana’ que las máquinas no pueden realizar. Durante dos años, más de 25.000 trabajadores se dedicaron a esta ingente tarea de etiquetado a una velocidad estimada de 2 imágenes por segundo.

La inauguración u ‘‘Opening’’ -presentación del festival en pantalla grande- será mañana, y hay actividades de toda clase: recorridos y visitas guiadas andando, o en bici, en familia o por libre, de día y de noche, anti-visitas con Yogurinha Borova -el día 10-, performances... y nos quedamos sin probar, habrá que volver, los dos helados de sabor Tropikala y Siestaka creados por Gelati para esta edición