GARA Euskal Herriko egunkaria
Interview
Imanol Arregi
Ex técnico de Osasuna Magna

«He estado ligado al fútbol sala toda mi vida, volveré a entrenar seguro»

37 años es mucho tiempo. El que ha llevado unido Imanol Arregi a la estructura de Xota -15 como portero y otros 22 ejerciendo de técnico-, entidad de la que se ha desligado hace menos de dos semanas por decisión propia después de lograr la permanencia en la última jornada y ante el gran desgaste físico y emocional de tanto tiempo en el banquillo verde.

(Jagoba MANTEROLA | FOKU)

 

No hay otro entrenador en la élite del fútbol sala que haya dirigido tantas temporadas seguidas a un mismo equipo. En este caso, el de su pueblo, donde Imanol ha vivido experiencias gratificantes y otras bastante más estresantes, como la de este ejercicio recién finalizado.

Tras más de dos décadas dirigiendo a Xota, ¿en qué va a emplear ahora su tiempo?

Ahora se trata de descansar durante unos meses porque termino muy vacío, aunque participaré en algunos clinics para quitar el gusanillo, este mes en Martorell y Canarias, y luego más tarde, en octubre o noviembre, casi seguro que iré a Costa Rica. Mi idea es también ver entrenamientos de otros técnicos, conocer cómo trabajan, porque de todo el mundo se aprende. Después ya veremos si sale algo y elegiremos hacia dónde ir, en función de que haya ofertas.

¿Hay vida más allá del fútbol sala en el día a día de Imanol?

Sí, claro, tengo mis aficiones, me encanta la música, la de siempre, y los conciertos, especialmente. Estuve en el de Fito y ya tengo entradas para el de Marea del próximo 1 de julio. Lo que ocurre es que he estado ligado al fútbol sala toda mi vida y tengo claro que va a seguir siendo así, volveré a entrenar seguro. Después de tantos años, ahora necesitaba descansar, verlo con un poco de distancia y perspectiva.

Me cuentan que hizo sus pinitos al micrófono siendo más joven, ¿por qué abandonó su carrera como futura estrella del rock para recibir balonazos a diario?

(Risas). En aquella época, con un grupo de amigos intentaba compaginar el trabajo con el fútbol sala y la música. Desde que tenía seis o siete años, ya seguía a mis hermanos en los campeonatos que jugaban por ahí, en Sakana, en el Rastro de la Txantrea… Con el tiempo, acabé jugando a fútbol en Osasuna, pero también lo hacía en los torneos de fútbol sala del pueblo. Recuerdo que con solo 13 o 14 años ganamos mi cuadrilla a gente de más de 30, no perdimos ni un partido, teníamos un equipazo.

¿Y qué hizo que se decantase finalmente por el fútbol sala?

El gusanillo ya lo tenía dentro, pero a los 15 años, en Osasuna me dijeron que me querían ceder a otro equipo. Además, como jugaba de portero, me aburría mucho porque en aquellos tiempos la diferencia entre Osasuna y el resto de equipos era abismal. No me lo pensé dos veces, quería jugar a fútbol sala. Empecé a entrenar con el primer equipo de Xota, porque era necesario cumplir los 16 para poder competir. Y hasta ahora.

¿Y por qué portero?

Pues entre que estoy zumbado, no tenía balones -el dueño de la pelota solía jugar de lo que quería- y a nadie le gustaba ponerse en la portería… Además, me encantaba tirarme al suelo e ir a entrenar con mis hermanos y mi cuñado al campo que estaba detrás de mi casa.

¿Cómo recuerda aquellos primeros años de competición?

Eran auténticas batallas, se jugaba totalmente al ataque, con resultados del tipo 10-9 u 11-10, tácticamente no eran ni parecido a lo que son ahora, pero había jugadores con muchísima calidad. Poco a poco, fuimos ascendiendo diversas categorías hasta que llegamos a Segunda, donde todo se hizo más profesional, pese a que casi todos éramos de casa. Incluso hubo una votación en el vestuario para destinar el dinero que se nos iba a dar a final de temporada para fichar a jugadores que nos ayudasen a subir a Primera. Ese ascenso fue uno de los días más bonitos que recuerdo.

Y de la portería pasó a los banquillos.

Comencé a entrenar un equipo de niñas, donde estaba mi sobrina. Me iba formando, sobre todo con Zego, un gran técnico brasileño que se encargaba de la formación en la base, y ya me estaba sacando el carnet de entrenador. La primera plantilla estaba buscando un míster, pero el equipo había pasado por muchos apuros y muchos candidatos declinaron venir o querían hacerlo dando muchas bajas, algo que no podía ser. Al final, me lo ofrecieron y acepté porque creía que estaba preparado, pese a que los amigos me decían que era un marrón, que me iban a llover hostias por ser el hermano del presidente si las cosas me iban mal.

Y ocurrió justo lo contrario.

Había muchas dudas, no sabíamos cómo iba a salir aquello, pero fue perfecto. Jugamos la primera Copa en Valencia, fuimos quintos y disputamos el primer playoff en la historia del club. Una temporada que siempre recordaré con un cariño especial.

Y desde entonces, 22 años en el mismo banquillo. ¿Qué le animaría a sentarse en otro?

Soy de retos y de que me dejen trabajar, de que quieran hacer un proyecto conmigo por encima de lo económico. Me han llamado muchas veces y siempre he dicho que no, primero porque no quería salir y otras veces porque no me ha gustado lo que me han propuesto. Lo que buscaré es una nueva ilusión, por decirlo así.

En todo ese tiempo, ¿cuánto ha cambiado el fútbol sala?

Muchísimo. Era totalmente diferente, con mucha más anarquía y menos orden. En algunos aspectos era más bonito, pero también estaba plagado de errores muy gordos, que ahora hacen que te salte la risa al verlos. Era todo mucho más individual, ahora todo es más encorsetado, muchos equipos ya salen a no perder más que a ganar, o a hacerlo con una jugada de estrategia, una contra, sin arriesgar tanto como antes. Se está perdiendo a ese jugador de calle, que es el que más dinero vale y que marca las diferencias. Los chavales ya no pueden jugar en las plazas, como hacíamos nosotros, que estábamos hasta las diez de la noche dando patadas al balón bajo una farola.

Tampoco parece que ayuden mucho las nuevas normas, de las que es bastante crítico.

Sí, soy un defensor acérrimo de las antiguas, sobre todo del saque con la mano, de que el portero no pueda pasar de medio campo y de que tampoco pueda sacar hasta el otro campo. Esto último puede convertirse en un recurso, pero no utilizarlo por sistema. Eso hace muchísimo daño en la base, donde a los chavales ya no se les enseña a salir jugando con paredes y paralelas. También me gustaría que se regulase lo del portero-jugador, se utiliza en muchas ocasiones para perder tiempo y no favorece al espectáculo.

¿Hacia dónde evolucionará esta modalidad deportiva?

Somos un deporte espectacular, que lo practica muchísima gente con sus pachangitas y demás, pero que también es seguido por la televisión. Creo que deberíamos de dejar de tirarnos los trastos a la cabeza entre unos y otros para centrarnos en el deporte y nada más, solo en pensar cómo podemos mejorarlo, porque el fútbol sala tiene un margen de crecimiento muy amplio.

¿Le favorece que haya entrado capital de clubes de fútbol importantes?

En este mundo casi todo se mueve por dinero y, si hay más inversión, lógicamente también habrá mejores jugadores y más espectáculo. En todo caso, esos clubes tienen que ser conscientes que esto es una modalidad deportiva diferente, que no es fútbol en campo pequeño.

¿En qué ha mejorado Imanol Arregi como técnico en estas más de dos décadas?

Siempre he mantenido la misma idea de juego desde que empecé hasta ahora, pero vas evolucionando y aumentas la maleta táctica, como dice un amigo. Se trata de que el entrenador maneje una serie de registros, como saber transmitir los conocimientos a los jugadores, hacer lecturas correctas de los partidos y llevar un vestuario. Esto para mí es importantísimo, que haya un buen ambiente de trabajo y que se llegue a ser una especie de familia, porque eso siempre da un plus de compromiso y rendimiento. También hay que ser autocrítico y mejorar desde la autoexigencia. Un partido es una partida de ajedrez y tienes que analizar, sobre todo, en qué te has equivocado y qué puedes mejorar.

¿Qué necesita Xota la próxima campaña para no pasar tantos apuros como la recién finalizada?

Como mínimo, tres o cuatro fichajes que permitan que unos diez jugadores tengan un nivel parecido, además de tener suerte con las lesiones. Las temporada pasadas dispusimos de una plantilla muy corta y sufrimos cuatro cruzados en dos años, perdimos al portero titular durante nueve jornadas y a otros dos durante siete. Además, esta campaña se amplió la posibilidad de pasar de 12 a 14 fichas, con lo cual todavía nos perjudicó más con respecto a otros rivales. Llevamos varios años jugando con fuego y lo de este año ha sido un milagro.