Josu MONTERO
Escritor y crítico literario

Decrecer

Austeridad es una palabra que no nos gusta, la relacionamos con políticas impuestas a los más débiles en tiempos de crisis por los poderes económicos. Pero es evidente que este capitalismo neoliberal desbocado, con su exigencia de expansión perpetua, está devastando el planeta y al ser humano, y que es necesario frenar los motores de esta carrera insostenible, incluso la de esa transición verde que no es sino la nueva coartada para continuarla. “Menos es más. Cómo el decrecimiento salvará al mundo”, de Jason Hickel, o “Frenar o morir. La economía del decrecimiento”, de Timothée Panique, son dos voces de las cada vez más numerosas que reivindican el decrecimiento como algo no solo posible sino obligatorio para detener nuestra insaciable depredación.

Empresas de cruceros y de yates, moda rápida, macrogranjas, rutas aéreas o turismo masivo son sectores cuyo enorme tamaño es preciso reducir. El 10% más rico es responsable de más de la mitad de las emisiones globales, así como de degradar nuestra existencia: la omnipresente incitación a consumir nos convierte en ansiosos y banales yonkis. De Diógenes a Camus, la defensa de la sobriedad, de la austeridad, de la pobreza incluso ha sido una exigencia ética; en este mundo nuestro de obsolescencia programada, tomado por las franquicias, la especulación, la privatización rampante de los espacios públicos y nuestra transformación en producto de la mano de las inseparables pantallas -¡viva las caenas!- es preciso pensar, y vivir, de otra manera. Decrecer no solo es posible, es necesario.