Daniel GALVALIZI
MADRID
HAUTESKUNDEAK

Podemos y Sumar cierran con vetos y reticencias una coalición para el 28J

En el último momento, los de Ione Belarra y Yolanda Díaz firmaron un acuerdo que deja disconfonorme a los morados y en el que prima la incredulidad. Podemos denuncia un veto a Irene Montero y que en el País Valencià no habrá lugar para ellos. La vicepresidenta del Gobierno español, en un todo o nada, apuesta por el liderazgo absoluto.

Yolanda Díaz y Ione Belarra, en una imagen de archivo.
Yolanda Díaz y Ione Belarra, en una imagen de archivo. (Cezáro DE LUCA | EUROPA PRESS)

Unidos por el espanto más que por el amor. O mejor dicho, para evitar una derrota fratricida que deje Moncloa en manos seguras del PP y Vox, y la izquierda española pague un coste político épico. Un contexto adverso, con mucha desconfianza y encono, parió un acuerdo electoral entre Podemos y Sumar, la plataforma que creó la vicepresidenta del Gobierno español Yolanda Díaz para reemplazar al partido fundado por Pablo Iglesias.

Los equipos legales de los dos partidos se trasladaron a media tarde a la Junta Electoral Central a rubricar la alianza de unidad, en congruencia con lo afirmado antes por la secretaria general de Podemos, Ione Belarra: «Lo digo claramente: concurriremos a las elecciones generales con Sumar. Esa decisión está tomada». La frase se pronunció en un vídeo publicado en sus redes sociales tras darse a conocer el resultado de la consulta a los inscritos hecha por su partido.

El jueves, la Ejecutiva de Podemos pidió a su militancia que votara si aceptaba que el Consejo de Coordinación del partido, siguiendo el criterio de unidad que había marcado el Consejo Ciudadano Estatal, negociara con Sumar y, en su caso, acordar una alianza electoral. El apoyo fue rotundo y se interpretó, en pleno marco negociador, como un respaldo al pacto positivo. El 92,92% de las bases apoyó conceder esos poderes plenos a la dirección. Fueron más de 49.000 inscritos, en tanto que un 6,75% se manifestó en contra. El resultado no dejó margen de dudas. Por ello mismo, Belarra aseguró que habría coalición con la nueva marca electoral, aunque no será tan sencillo.

La líder de la formación hizo primero un guiño a quienes votaron en contra: «Interpreto que no queréis delegar vuestra decisión porque no estáis de acuerdo con cómo se ha llevado a cabo este proceso, sin primarias abiertas, una de nuestras señas de identidad y, quizás, algunos teméis que el acuerdo final pueda no ser justo para Podemos. Una parte de mí, os lo digo de todo corazón, también se siente así».

EL VETO A MONTERO

Esa frase era el prólogo de las malas noticias de la secretaria general, visiblemente desmotivada con el acuerdo.

Señaló que «una vez más» a Podemos se le pedía «sacrificar a su mayor activo»: se refería a la ministra de Igualdad, Irene Montero, y hacía un paralelismo con lo sucedido en 2019 con el exvicepresidente Pablo Iglesias, cuando el PSOE exigió que él no formara parte del Consejo de Ministros.

«Desde el equipo negociador de Yolanda Díaz se nos ha trasladado que la presencia de Irene Montero en el equipo que concurra a las próximas elecciones generales es un obstáculo insalvable para alcanzar un acuerdo de unidad. Me entristece profundamente que Yolanda, a través de su equipo, proponga que el acuerdo electoral de coalición entre Podemos y Sumar se construya sobre la exclusión a una compañera que ha llevado las transformaciones feministas más lejos que nadie en nuestro país», manifestó la titular de Derechos Sociales.

Belarra confirmaba así lo publicado la víspera en este medio, en base al cotejo de fuentes de diferentes partidos de la plataforma Sumar, sobre el veto a Montero.

Muchos en Podemos, especialmente su militancia, apuntaban los cañones contra Más Madrid y Compromís, aunque luego se supo que era la propia Díaz quien ponía ese escollo.

Fuentes de Sumar dejaron trascender ayer que se proponía que Montero fuera la cabeza de lista de Sumar en la circunscripción de Bizkaia. Desde Podemos negaron tal ofrecimiento ante la interpelación de GARA y se preguntaban por qué la ministra de Igualdad es una candidata asumible en Euskal Herria y no en Madrid.

Que se ponga un veto a Irene Montero, número 2 del partido, líder emocional desde la renuncia de Iglesias y una persona que ha sufrido un proceso de enajenación y ataque mediático y político casi sin precedentes, no es baladí. Por descontado que la militancia lo consideraría una afrenta y que Podemos no podría aceptarlo. No son pocos quienes en la Ejecutiva morada creen que Yolanda Díaz lo propuso con la intención de que se rompieran las negociaciones o forzar una ruptura interna dentro del partido.

Un miembro de la Ejecutiva, muy cercano a Iglesias y Belarra, señalaba esta semana a este medio que la intención final del equipo negociador de Sumar, liderado por Josep Vendrell, era balcanizar Podemos para quedarse con partes regionales del partido y negociar por separado. Dividiendo lo que queda de la formación política para hacer más fácil el acuerdo final y la gestión de la confluencia.

Lo cierto es que quedará en el campo de las elucubraciones porque la cúpula morada ha decidido resistir y aceptar una unidad en las papeletas a costa de ceder a Montero y ocupar puestos que consideran poco para lo que es Podemos.

La secretaria general de Podemos reiteró que seguirán intentando que Sumar desista del veto a Montero y propuso seguir negociando hasta el último momento, dando la certeza de que habría unidad.

«Con la última oferta que nos hace Sumar, Podemos podría quedarse sin representación en el Congreso de los Diputados y esto es algo que no nos parece justo», advertía la ministra Belarra.

Un alto cargo morado, que suele ocuparse de los números y la demoscopia en la Ejecutiva, respondió ante una pregunta de GARA que estiman que Podemos pasará a tener «cero diputados» y que todo Sumar rondará los catorce escaños, contando todas las confluencias, debido a la abstención que se proyecta y al factor del «voto útil» al que claramente apostará el PSOE.

VALÈNCIA Y MADRID

Mientras la número tres de Podemos, Lilith Verstrynge (secretaria de Organización), negociaba palmo a palmo con Vendrell (un técnico muy influyente para Yolanda Díaz y cuya historia política comenzó en el ecosocialismo catalán), los de Sumar iban cerrando sus principales acuerdos: con Más Madrid y con Compromís, las primera y cuarta comunidades autonómicas en las que la situación de Podemos era más que delicada.

En el primer caso, porque el partido morado está casi desaparecido tras el último varapalo electoral y porque ha sufrido la escisión del errejonismo, que lidera la oposición. Si bien desde Más Madrid han respondido siempre a este medio que «no hay vetos», en Podemos consideran que ha sido un sector que buscó boicotear la unidad (y que, de hecho, no la quiso para las autonómicas y municipales, aunque ante los micrófonos decía estar de acuerdo para las generales).

Finalmente, Más Madrid acordó tener para sí los puestos tercero, cuarto, séptimo y décimo de la lista más grande del Estado (reparte 37 escaños). Seguramente allí estará Iñigo Errejón. También acordó una jefatura de campaña colegiada entre ambos y que la imagen de Yolanda Díaz esté en la papeleta. Se especulaba con que Podemos (seguramente Pablo Echenique) aparezca en el quinto puesto.

El País Valencià es la mayor demostración de la dificultad de estas negociaciones. Podemos acusó con persistencia a Compromís de ser vetado en las tres circunscripciones (València, Alacant y Castelló).

Fuentes de la cúpula valencianista aseguraron una y otra vez a este medio que no es así, que estaban desentendidos de lo que ocurría con Unides Podem y que sus acuerdos son con Sumar. También pactaron autonomía legislativa propia y concurrir a las generales con la marca electoral Compromís-Sumem per Guanyar.

Fuentes de Podemos informaron a GARA que, a pesar del ofrecimiento de concurrir por separado, finalmente apoyarán a Sumar, pero no tendrán candidatos propios debido, según ellos, al «veto». La cabecera en València será para el partido de Joan Baldoví.

En Catalunya no se han producido tantos roces porque los comuns de Ada Colau son la confluencia con el vínculo más aceitado con Podemos y allí los morados no tienen estructura propia.

En Andalucía, la supremacía es de Izquierda Unida y de lo que queda de Podemos, que es muy poco, tras la ruptura con los Anticapitalistas de Teresa Rodríguez.

En Aragón, el acuerdo alcanzado está centrado en la Chunta Aragonesista, y en Balears, en Ara Més, la coalición de cuatro partidos soberanista que concurrirá de forma conjunta en las elecciones generales por primera vez. En este caso, los dos primeros lugares serán para Ara Més y allí Podem no tiene tampoco opción de entrar.

En Canarias se acordó con Proyecto Drago; en Nafarroa, con Batzarre y también con Alianza Verde y Equo. Según la última nota de prensa al cierre de esta edición, emitida por Sumar, calificaban la alianza en términos globales como el «mayor acuerdo político progresista para concurrir a elecciones» de la historia.

Las heridas que quedan con Podemos, la mayor estructura en el Estado español a la izquierda del PSOE, son tantas que muchos temen que la abstención invada a la militancia y desmovilice el voto progresista, o que lo vuelque a favor de Pedro Sánchez, Queda un mes y medio para definir ese rumbo.