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IMPUTACIÓN FEDERAL DE UN PRESIDENTE DE EEUU

Jaque a un Donald Trump más expuesto que nunca

La irrupción del FBI en Mar-a-Lago, la mansión de Donald Trump en Palm Beach (Florida), provocó que más de uno se preguntara si realmente era un caso grave el que había obligado a la intervención judicial y policial en la residencia del expresidente estadounidense y magnate neoyorkino. Un año después, las acusaciones que penden sobre él son graves y atañen a cuestiones muy sensibles.

(AFP)

Cuando el año pasado FBI entró en la mansión de Donald Trump en Palm Beach (Florida), más de uno se preguntó si realmente era un caso grave el que había obligado a la intervención judicial y policial en la residencia del expresidente estadounidense y magnate neoyorkino. De lo contrario, era evidente que se estaba dando más baza para que el magnate neoyorquino se enrocase como líder del Partido Republicano, insuflado por un victimismo que obligaría a sus pocos críticos a cerrar filas.

La política estadounidense no es la de hace ocho años. Todo el mundo se ha ido anestesiando durante este tiempo con esa realidad extravagante. Hechos que hubieran sido el final de la carrera de cualquier político (como falsificar documentos financieros para esconder el pago secreto a una actriz porno durante la campaña de 2016), no solo no llegan a erosionar al expresidente, sino que las acusaciones llegan a reforzarle ante millones de personas como víctima de una persecución política.

No es tan extraño que documentos oficiales terminen fuera de la Casa Blanca, una vez los presidentes o secretarios acaban mandato. Los abogados del exmiembro del Gobierno se ponen en contacto con la Justicia, se recogen los papeles, se abre una investigación y el tema suele terminar ahí. Esta vez, fue el Departamento de Justicia el que reclamó una y otra vez al expresidente que devolviera los docu- mentos que faltaban. Trump se negó a hacerlo, e incluso sugirió a sus abogados que se destruyeran los papeles.

LAS ACUSACIONES SON DEMOLEDORAS

, y de una gravedad extrema. Es la primera vez que un presidente o expresidente es imputado federalmente, por lo que lo que ocurra de ahora en adelante es de alguna manera territorio inexplorado. Pero son 37 imputaciones, la mayoría de ellas en base a la Ley de Espionaje, lo que coloca a Trump en la casilla en la que han estado otros actores acusados de filtrar secretos de Estado: cualquiera que fuere el resultado judicial (que pueden ser muchos años de cárcel), casi siempre han estado condenados al ostracismo social.

Trump una vez más se adelantó para anunciar la imputación -como ocurrió con la acusación anterior en Nueva York, de una envergadura infitamente menor-. Es su manera de controlar el relato y obligar a los líderes del Partido a salir en su apoyo, incluídos la mayoría de candidatos presidenciales que, teóricamente, están vendiendo el mensaje de que es mejor que sea alguno de ellos y no Trump el que dispute la Casa Blanca en 2024.

El magnate está llamado a declarar en el Tribunal Federal de Miami el martes. No se esperaba conocer los detalles del caso y las imputaciones concretas hasta después de esa declaración. Seguramente, el expresidente preveía aprovechar el fin de semana para armarse de apoyos e, incluso, convocar a sus seguidores («¡nos vemos el martes en Miami!» dijo el viernes en su red social).

Pero ese mismo día el Fiscal Especial Jack Smith compareció públicamente. Una hora antes habían desprecintado la imputación detallando los 37 cargos a los que se enfrenta el expresidente. Smith pidió a los periodistas que se leyeran el escrito en el que se detalla la información que el FBI reunió en la mansión: habría programas nucleares de EEUU, sus capacidades de defensa, las vulnerabilidades y los planes para una posible acción de represalia en caso de ataque de otro país, según la acusación.

El Departamento de Justicia (es decir, el Gobierno de Joe Biden, aunque el Fiscal General Merrick Garland haya designado al independiente Smith para que se encargue del caso) había salido al paso de los planes de Trump, y mostraba al país no solo el documento acusatorio, sino las fotos del estado en el que hallaron los documentos, en distintos lugares de la mansión. La cutrez de la imagen de un baño con cortinas corridas y una lámpara de araña y docenas de cajas amontonadas es demoledora.

Trump llegó a fanfarronear sobre algunas informaciones clasificadas ante sus visitas a Mar-a-Lago. Pero si en algo es sensible EEUU es el tema militar: casi todo el mundo tiene familiares en el Ejército. Que alguien trate con tanta desfachatez temas de Defensa y Seguridad es una de las líneas que ningún candidato rebasa.

Es cierto que Trump es Trump y cuenta con millones de personas para defenderle. Se verá este martes .

Chris Christie, uno de los pocos candidatos críticos, ha calificado la imputación de «devastadora». La víspera, Christie se había defendido de los insultos de Trump a cuenta de su obesidad, recordando lo que se hace «con los niños consentidos: cuando tenemos un niño que se comporta así, lo mandamos a su habitación, no a la Casa Blanca».