Raimundo FITERO
DE REOJO

La feria de las obviedades

Un candidato obvio es lógico que considere los asuntos de la violencia machista como una obviedad. Núñez Feijóo es una fuente inagotable de impulsos electorales en su contra. Borja Mari no es portavoz, es el traductor simultáneo de las bobadas que dice su jefe en la banda. Feijóo suda leyendo lo que le escriben, pero en cuanto se suelta en una entrevista acumula motivos para crear incertidumbre entre sus cuerpos y fuerzas de seguridad mediática. Lo terrible es que alguien con tan poco bagaje pueda llegar a formar gobierno francostein con su amigo Santi. Y todo lo que promete es insuperable en cuanto a retrógrado, o dicho a su manera, se trata de una obviedad que se quiere camuflar. Al igual que las turbulencias pactistas que empiezan a mostrar grietas y sobreactuaciones que solamente alertan a todo el que quiera entenderlo que Vox va muy en serio. Demasiado en serio, como para tratar sus propuestas como obviedades.

Que una teleoperadora muera fulminantemente en su puesto de trabajo y que, por falta de protocolo, miedo, estupor, se siga atendiendo a los clientes en la sala donde está su cuerpo inerte, llegan médicos, policías y autoridades parece una escena de terror inverosímil. Hasta varias horas después no se les manda a sus compañeros a teletrabajar a sus casas. Es un capítulo más de este mundo abigarrado donde la precariedad es una fuente de maltratos laborales incalculables. Denunciar estos abusos entra dentro del capítulo de obviedades que se convierten en retórica, en nebulosas por su excesiva incidencia en lo cotidiano. Por cierto: Zapatero for President.