Dabid LAZKANOITURBURU

Pogromos judíos: ¿paradoja o deriva?

Pogromo, en ruso «causar estragos, destruir violentamente». Históricamente, el término pasó a definir los ataques violentos, saqueos y matanzas contra judíos perpetrados por multitudes en el Imperio zarista.

Fenómeno no exclusivo de Rusia, sino desigualmente generalizado en Europa en la Edad Media -monarquías y nobleza utilizaron a los judíos como chivos expiatorios-, fue el régimen nazi el que le dio un criminal marchamo moderno, elevándolo a categoría de política de Estado.

Noventa años después, hete aquí la paradoja de que son judíos los que perpetran pogromos. El último, contra la localidad palestina de Huwara y aldeas colindantes, en venganza al ataque de un comando de Hamas que se saldó con la muerte de cuatro colonos.

No es la primera vez, ni seguro la última, que judíos de colonias ocupantes en Cisjordania responden bajando a las poblaciones palestinas, atacando a sus habitantes y quemando sus coches y propiedades en una espiral en la que, no se olvide, muchos de los atentados palestinos suceden a incursiones militares israelíes previas, como la que arrancaba esta semana sangrienta con siete palestinos muertos.

Sin obviar la evidente asimetría de ambos bandos, no voy a entrar en el sempiterno debate sobre el orden original de los ataques, respuestas, represalias, venganzas.... No porque no sea incluso históricamente pertinente, sino porque redunda en un diálogo de sordos.

Convendría centrarse en el hecho de que solo tres colonos hayan sido detenidos la pasada noche (¿lo seguirán estando hoy?) acusados de participar en el pogromo.

Y no es inocencia, perdida hace tiempo. Es la constatación de que Israel corre el riesgo, si no lo ha hecho ya, no ya de negar el más mínimo derecho político al pueblo palestino, sino de elevar a categoría de política estatal la presión-expulsión-aniquilación de los palestinos. Como hizo la Alemania nazi. Como los pogromos en las aldeas rusas.