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DE REOJO

Con la música de Wagner a tope


En estas noches veraniegas escuchar cualquier obra del compositor, director de orquesta, poeta, ensayista, dramaturgo y teórico musical alemán del Romanticismo Richard Wagner genera endorfinas en los caudales sanguíneos que pueden llevar al éxtasis. Sus óperas son robustos edificios de teatralidad absoluta. Lo máximo. Forma parte de la Cultura que ha generado ideas, estados, visiones del mundo y ha influido en filósofos, artistas plásticos, dirigentes, dictadores y toda clase de sensibilidades propensas a dejarse llevar por las grandiosidades inabarcables. Parece que de repente suena a ritmo de metralla, de guerra.

Quizás el grupo de mercenarios rusos que se conoce mundialmente con el nombre de Wagner se inspiró en otro concepto, en otra idea de la circunstancialidad del ser humano siempre en el camino de la vida hacia una muerte segura, para establecer una marca militarista, pero si todo lo que se cuenta en estos momento se asemeja a la verdad, van a sonar muchas arias wagnerianas en el Kremlin, en los estados mayores de todos los ejércitos, en los cascos de escucha de todos los servicios secretos porque no se sabe si Yevguéni Prigozhin, el jefe de esa milicia ha decidido emprender los ensayos de esa majestuosa ópera “El ocaso de los dioses”, pero en una versión de heavy metal, para provocar una guerra civil, una sublevación o un holocausto.

Lo que parecía un estado de ansiedad por una guerra de desgaste se ha convertido en una tormenta de fuego y sangre. En una acción que puede ser suicida o generadora de una rebelión general. Atentos, todo puede empeorar.