La misión de la ONU es expulsada por el gobierno golpista y prorruso de Mali

El Consejo de Seguridad de la ONU ha aceptado el fin de su misión en Mali, tal y como exigía su junta militar golpista, recelosa de que la Minusma velara por los derechos humanos de la población civil y alineada geopolíticamente con Rusia. La compañía de mercenarios Wagner tiene una «misión» en Bamako.

El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad de todos sus miembros el fin de la misión de paz en Mali (Minusma) que ha estado presente en el país durante los diez últimos años, a petición expresa del gobierno de Mali.

El proyecto de resolución, presentado por el Estado francés, prevé un periodo de retirada de seis meses, mayor que los tres meses que pedía el gobierno de Bamako, pero menor del que los expertos de la ONU consideran realista para poder sacar del país a los 13.000 soldados y 4.000 agentes civiles de la misión.

El 16 de junio, en un discurso ante el Consejo de Seguridad que tuvo el efecto de una bomba, el ministro de Asuntos Exteriores de Mali, Abdoulaye Diop, denunció el «fracaso» de la misión de la ONU y exigió su «retirada sin demora».

La Minusma es la misión más cara de la ONU (1.200 millones de dólares al año) y cuenta con una decena de bases repartidas por el territorio. Fue creada en 2013 para ayudar a estabilizar un Estado amenazado de colapso por el empuje yihadista, proteger a la población civil, contribuir al esfuerzo de paz y defender los derechos humanos.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, calificó de prematuro el final de la misión y recordó que varios países de la región, «particularmente preocupados por la expansión de grupos extremistas» y «el riesgo de que se propague la inestabilidad» abogaban por un fortalecimiento de su mandato.

Las relaciones entre Bamako y la misión se habían deteriorado en gran medida desde que los militares tomaron el poder en dos golpes de Estado sucesivos en 2020.

La ONU denunció crecientes obstáculos a sus movimientos y tuvo que hacer frente a las deserciones de los países que aportan tropas, asustados por la multiplicación de ataques, que han dejado un saldo de 174 cascos azules muertos desde su despliegue en 2013.

La junta golpista exigía una Minusma que no abordara los temas de violaciones de los derechos humanos.

Un argumento hecho suyo por Rusia, país hacia el cual la junta golpista se volvió militar y políticamente alejándose del Estado francés, la odiada antigua potencia colonial.

El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, aseguró a Mali que Rusia seguirá apoyando a ese país tras el abortado motín de los mercenarios del Grupo Wagner, presentes en la nación africana.

La retirada de la Minusma «perjudicará» a la población maliense, lamentó EEUU.

Uno de los puntos más polémicos, como es la protección de la población civil, competencia que Bamako quería quitar a la Minusma de inmediato, ha sido zanjado con una solución de compromiso: los cascos azules podrán proteger a los civiles hasta octubre, y desde esa fecha, esa tarea competerá únicamente a la junta golpista de Mali.

Moscú deja en manos de los africanos seguir con Wagner

El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, afirmó que el futuro de la presencia de los mercenarios del Grupo Wagner en países de África como la República Centroafricana y Mali depende de lo que decidan esos Estados en base a los acuerdos que mantienen «directamente» con los wagneritas.

«En cuanto al destino de estos acuerdos entre los países africanos y el Grupo Wagner, los gobiernos de estos países van a decidir si tienen interés en seguir esta forma de cooperación encaminada a garantizar la seguridad de los órganos de poder», señaló.

El jefe de la diplomacia rusa recalcó que se trata de un «acuerdo directo entre los respectivos gobiernos y el Grupo Wagner», que protagonizó el pasado fin de semana una rebelión de 24 horas en Rusia y cuyo destino está ahora en el aire, sobre todo en el exterior, en África y Oriente Medio.GARA