Raimundo FITERO
DE REOJO

Un atardecer justiciero

Cuesta mucho elaborar un discurso lineal sobre lo que está sucediendo en los barrios periféricos de varias ciudades francesas. El “banlieue” es un concepto relativamente reciente. Se construyeron con unas intenciones políticas muy difíciles de acotar hoy. Unas ciudades dormitorios donde acomodar a miles de migrantes y sus familias que han ido quedando en un territorio que después de varias décadas se puede considerar que están olvidados de una manera objetiva, lo que ha propiciado que generaciones de jóvenes que tienen todos los derechos de ser ciudadanos de la República Francesa, se sienten discriminados, lo que se convierte en un caldo objetivo de disidencia, que a veces se canaliza por acciones que rozan las leyes y se traspasa esa barrera que el poder llama delincuencia.

No parece posible comprender estas situaciones desde una distancia social y política tan grande. Las reacciones generales ante la nueva situación de revuelta popular son tan confusas y atropelladas que caminar en este bosque de prejuicios y motivos oscuros inconfesados que van desde el desprecio de clase a la xenofobia más recalcitrante, nos dejan de nuevo ante una realidad que confronta ideas básicas sobre la integración de las personas migrantes. Una situación de estabilidad profesional y económica no parece suficiente para que se sientan los jóvenes aceptados, porque tiene otro color de piel, otras posibilidades de desarrollar una currículo formativo y algo que no es menor, profesar otra religión a la que se ha estigmatizado de manera feroz. Todo nos encamina a entender que entramos en un atardecer justiciero.