Raimundo FITERO
DE REOJO

Las cuentas y los rosarios

El rosario es un objeto que une a las personas con sus creencias a base de repetir salmos, oraciones y contar hasta la extenuación. Una versión primitiva de letras y cifras. Una manera de usar el tiempo en parar el tiempo. Contar ovejitas es su contraportada. Por eso ahora mismo las cuentas, todas las cuentas, deben acabar en rosarios. No es imaginable un asesor de campaña de cualquier partido que no se acueste con su ábaco, su rosario y su encuesta debajo de la almohada por si acaso le llega una inspiración que ayude a revertir los resultados de lo expresado por un número muy limitado de ciudadanas y los resultados que se expresan públicamente tras pasar por eso que llaman cocina, que se usa este nombre en referencia a lo que hacen los fabricantes de drogas sintéticas que, sea dicho de paso, está creciendo de manera geométrica el consumo de captagón y, al parecer, se fabrica de manera masiva en Siria. Un detalle.

¿Alguien se ha parado a contar cuántas muertes de civiles ha provocado el Estado de Israel en los territorios invadidos? ¿Alguna vez llegan noticias fiables y con datos constatados sobre las guerras en el África Central o en países de Oriente Próximo? En muchas religiones se usan rosarios o similares, que sirven para rezar y para contar, lo que sucede es cada uno cuenta sus muertos, a los que se reza y entierra, porque los del enemigo no son otra cosa que circunstancias de la guerra, efectos colaterales y esos muertos no merecen ni sepultura. La tragedia de Antígona está totalmente vigente, es uno de los gritos necesarios que se deben seguir escuchando para calmar a los dioses.