EDITORIALA

Escenarios conocidos en un tiempo nuevo

Habrá una gran diferencia en la vida de muchas personas, de comunidades enteras y de las naciones sin Estado si en Madrid gobiernan la extrema derecha y la derecha extrema. Los colectivos más vulnerables serán quienes más rápida y directamente padezcan los rigores de esa agenda reaccionaria. Pobres, migrantes, mujeres, minorías y toda persona que no entre en la norma, presos y presas, quien no se exprese en castellano… sufrirán regresiones serias en sus derechos y libertades.

De un modo u otro, se discriminará a las personas por raza, género y clase, también por sus creencias y por su ideología. Las personas y colectivos que denuncien esas injusticias serán perseguidas con dureza. La vida se le complicará a muchas personas y colectivos, porque sus condiciones materiales y sus opciones legales se verán mermadas. Este diagnóstico se basa tanto en la experiencia como en el programa electoral de las fuerzas reaccionarias españolas.

Negarlo es un ejercicio de esnobismo. Como lo es negar que lo que puede cambiar esa situación hoy es el voto. Luego, si se quiere, se pueden sostener todo tipo de ideas y cálculos, hasta los más esotéricos. Por ejemplo, se puede sostener la máxima de «cuanto peor, mejor». Pero incluso en esta variante moralista -lectura desviada de la historia de las revoluciones que hurta al factor humano su genuina épica-, se estará aceptando que ese futuro prometido se basa en una situación indiscutiblemente peor para una gran mayoría. El sufrimiento traerá la redención.

UN PUEBLO CASTIGADO Y CON PLENA CONCIENCIA

De todas las personas, colectivos y comunidades que pueden padecer el látigo del autoritarismo español, la nación vasca es una de las que más mentalizada puede estar para ese escenario. En la historia contemporánea, este pueblo ha sufrido una y otra vez la represión y el castigo. Por ello, tiene una clara conciencia sobre hasta dónde pueden llegar los poderes de Estado español en su lucha contra la disidencia. Tortura, guerra sucia, cierre de medios de comunicación, sufragio restringido, excepcionalidad jurídica, ingeniería punitiva, incumplimiento de pactos internacionales… no hay una sola casilla sin marcar.

Todo el articulado represivo español actual ha sido construido para combatir a lo que José María Aznar denominó «Movimiento Vasco de Liberación». Ese movimiento aprendió a la fuerza que «cuanto peor, peor». Fue Aznar quien llevó la doctrina represiva a nuevos niveles, más crueles, opuestos a los derechos humanos y al Estado de derecho. Ni hoy se puede olvidar la entusiasta connivencia del PSOE en la violación de derechos humanos.

Aunque Isabel Díaz Ayuso o Maite Araluce insistan en que «ETA está viva», hace más de una década que Euskal Herria vive una nueva fase histórica. Recrear esa época con nostalgia es un mecanismo ventajista de la derecha española para justificar políticas injustas y antidemocráticas.

El principio rector de este nuevo tiempo en Euskal Herria debe ser «todos los derechos para todas las personas», antítesis de lo que defiende la derecha. Es una utopía realista por la que merece la pena luchar.

LA PARTE MÁS SENCILLA DEL PLAN ANTIFASCISTA

Gracias a la cultura política desarrollada en las luchas históricas por la emancipación antes, durante y después del franquismo, en Euskal Herria se ha construido un muro contra la ultraderecha. La sociedad vasca y sus principales fuerzas son divergentes respecto a esa ola reaccionaria de España y Europa. Aunque el PNV ha sembrado dudas sobre si pactará con el PP, la mayoría de la ciudadanía vasca defiende posiciones antagónicas a los poderes autoritarios españoles.

El plan antifascista vasco tiene establecido para el día de hoy una simple obligación ética y política: votar a favor de la soberanía, la igualdad, la democracia, la paz y la libertad. Esta es, sin duda, la parte más sencilla del plan. Luego, pase lo que pase, la sociedad y sus representantes deberán actuar con inteligencia, realismo, ambición y perseverancia. Construyendo alternativas, siempre en busca de la independencia y teniendo en mente a las personas y colectivos que más necesitan la justicia.