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EDITORIALA

El mandato democrático vasco se va conformando a la vez que termina este ciclo


En Hego Euskal Herria hay un gran consenso de que la derecha española es un peligro para los derechos y las libertades. Tanto desde una perspectiva nacional como desde una de izquierda, existen alternativas políticas que reflejan esa mayoría progresista y soberanista. Esas mayorías de la sociedad vasca se impusieron ayer de forma rotunda en las urnas y dejaron claro que, a diferencia de en el Estado español, en tierras vascas la extrema derecha raya lo marginal.

Impulsados por la dinámica estatal de respuesta a la ola reaccionaria, PSN y PSE han ganado en el conjunto de Hego Euskal Herria, con 7 diputados para las Cortes españolas. Ayer cosecharon muy buenos resultados, siguiendo la estela de Pedro Sánchez y por encima de sus últimos registros.

La segunda fuerza ha sido EH Bildu, que logra un sexto escaño, empatando a votos con el PNV en la CAV -ambos con un 24%,- y que en Nafarroa obtiene un resultado espectacular. Mantiene una tendencia muy positiva en Bizkaia, vence en Gipuzkoa con autoridad y tendrá tres senadores, logra su primer senador por Araba y estuvo cerca en Nafarroa, siendo segunda fuerza en ambos herrialdes.

El PNV es la tercera fuerza en el conjunto de los territorios vascos, perdiendo un diputado -con cinco, mantendrá grupo parlamentario- y con unos resultados francamente malos. Aunque ayer Andoni Ortuzar se empecinase en negar la realidad. No solo han perdido su pulso con EH Bildu, sino que parecen haber perdido el pulso político, estable y potente, que ha caracterizado a los jeltzales en el ciclo anterior.

El PP, con tres diputados, logra unos resultados pobres y UPN aguanta con un asiento en Madrid. En el lado opuesto, Sumar se queda con un único escaño por Bizkaia, sin poder sacar la cabeza del pozo en el que ellos mismos se habían metido.

EL ASALTO DERECHISTA SE QUEDA A MEDIO CAMINO

Parafraseando a Mohamed Alí, todo el mundo tiene a mano una encuesta -y un relato- hasta que sale el primer dato, que ayer llegó como un puñetazo en la cara de la derecha española. Al principio de la noche ese puñetazo fue sonoro, porque en un primer momento parecía que Sánchez podía arrasar. Según avanzaba el porcentaje de voto, ese golpe se matizó.

Tanto es así que la sensación es que Pedro Sánchez no ha logrado los buenos resultados que ha logrado. Pero su maniobra de adelantar las elecciones se ha probado eficaz. PP y Vox plantearon un plebiscito sobre el «sanchismo» y este ha aguantado. A pesar de la decepción de Sumar, que logró aglutinar partidos pero no movilizar suficientemente a la izquierda del PSOE. Sánchez tiene votos y legitimidad para ser presidente español. La derecha intentará ponerlo en duda. Nadie debería comprar ese marco.

Otra cosa es que los resultados son endiablados. El PSOE no tiene margen para engañarse sobre qué respaldos tiene y cuáles son sus alianzas. A cambio, las fuerzas vascas deben ser exigentes e inteligentes.

UN CICLO AGOTADO

Con estos resultados, tanto en Euskal Herria como en el Estado español, se abre el juego político. En el Estado puede haber un bloqueo que, en el peor de los casos, desembocaría en otra convocatoria electoral. En clave de bloques, no hay opción de mejora para las fuerzas progresistas. Sería un suicidio. Además, hay una agenda pendiente para la legislatura. Y hay que marcar una estrategia clara si se quiere arrinconar la amenaza de la ultraderecha.

En Euskal Herria se confirma que el ciclo se ha agotado y que es hora de una oferta política renovada. Esta vendrá de la confrontación democrática y de los acuerdos políticos. Los y las líderes vascas deben escuchar un mandato que es cada vez más claro.