¿Quién dijo que las músicas no sirven a las causas? El californiano Ben Harper se pronunció en las canciones y directamente en su parlamento: viva el flamenco, no habléis la lengua de Trump. Del recogimiento del trío del pianista sudafricano Abdullah Ibrahim pareció emerger una infinita melancolía por su masacrada África y se despidió a capella con una tonada esclava por la ausencia de su tierra.

Hasta la mestiza saxofonista londinense Nubya Nyasha explicó que de su tórrido soplo emergían ecos de su origen en la colonizada Guyana suramericana. Y el rasta Tiken Jah Fakoly enarboló su alegato panafricano durante toda la fiesta de la playa.

Así que lo de ayer pareció una respuesta occidental a tanta negritud. Con el aperitivo al piano del nipón Kento Tsubosaka, más el viejo amigo del festival Pat Metheny, que llenó una vez más el Kursaal de arpegios y embeleses guitarrísticos en formato de trío. En la Trinidad, el también ya conocido del certamen Enrico Rava recibió el tercero de los premios Donostiako Jazzaldia de esta edición y volvió a romper límites estilísticos a la trompeta con su cuarteto.

Cerró noche el experimento Austrian Syndicate del teclista David Helbock y colegas centroeuropeos con el pianista norteamericano Peter Madsen. Y los británicos Ezra Collective y Pello Reparaz y sus Zetak estaban programados para clausurar el macro escenario playero.

Hoy, Hakuei Kim es el último pianista en San Telmo, se clausurarán Jazzeñe, Txikijazz y los espacios callejeros y las dos grandes citas del agur tienen nombre de mujer: Rocío Márquez y el programador Bronquio en el Kursaal y la exitosa británica Joss Stone en la Trinidad, precedida por Bamba Wassoulou Groove.