EDITORIALA

Atristain, un escándalo acallado

En enero de 2022, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó al Reino de España por haber denegado a Xabier Atristain un abogado de confianza cuando fue incomunicado por la Guardia Civil bajo la tutela de la Audiencia Nacional. En un primer momento la Audiencia Nacional liberó al preso en aplicación de esa sentencia. Posteriormente, en un acto de desacato a la legalidad europea y a los tratados que tiene firmados Madrid, decidieron no revisar la sentencia y volver a meterlo en la cárcel. A partir de ahí, a pesar de cumplir con todos los requisitos para estar en tercer grado, ha vuelto a ser encarcelado y los jueces españoles han impugnado una y otra vez sus derechos. Esta misma semana, la Audiencia Nacional volvía a confirmar que le aplica la excepcionalidad para bloquear su liberación.

Conviene recordar los hechos. La detención en la que Atristain fue torturado ocurrió en 2010. Meses antes se había puesto a disposición judicial voluntariamente. La Audiencia Nacional lo liberó, para que la Guardia Civil lo detuviera más tarde, pero incomunicado. Como consecuencia de las torturas, Atristain declaró en un estado tal que el abogado de oficio se negó a firmar la declaración policial en la que se autoinculpaba. Aun así el juez no vio indicios de malos tratos, pese a que el arrestado los denunció y no corroboró su declaración. Da igual, Atristain fue condenado basándose en aquel primer testimonio. En la sentencia los jueces tuvieron la desfachatez de afirmar que la autoinculpación había sido hecha con plena libertad. No es un caso aislado. Era política de Estado, y por eso los poderes españoles temen que devenga en doctrina. Ahora la ONU acaba de pedir a Madrid que investigue este caso y los recogidos en los informes oficiales sobre torturas.

En una democracia avanzada o en una dictadura, un caso así abriría noticiarios. En un Estado de derecho de baja calidad como el Estado español, tratándose de un preso vasco, este es un escándalo acallado. Ayer sus vecinos lo denunciaron y se solidarizaron con él, y así lo deben hacer todas las personas e instituciones que creen en la justicia y en los derechos humanos. Xabier Atristain debe quedar libre ya.