K.L.
MEGALODÓN 2: LA FOSA

Necesitaremos un barco mucho más grande

Cuando Jon Turteltaub estrenó “Megalodón” en 2018, pocos auguraban el apabullante éxito comercial que cosecharía en taquilla. Se trataba de una demencial amplificación del imaginario terrorífico de la magistral “Tiburón” de Spielberg, que apostaba claramente por lo explícito y por la acción. Esta coproducción china y estadounidense en torno a un gigantesco escualo prehistórico que emergió de las profundidades del océano y que tuvo la mala suerte de toparse en la superficie con Jason Statham, insufló una bocanada de aire a una taquilla veraniega asfixiada y, de paso, se coló en el ranking de mejores películas centradas en tiburones. Vistos los resultados, resultó inevitable el anuncio de una secuela que ya se encuentra en nuestra cartelera, “Megalodón 2: La fosa”.

Si la primera entrega tomó como referencia la novela “Meg” (1997), de Steve Alten, cuya trama se centraba en el descubrimiento del descomunal tiburón que habría sobrevivido a su extinción oculto en la fosa de Las Marianas, en su secuela literaria, “Meg: la fosa” (1999), el paleobiólogo Jonas Taylor -encarnado en la pantalla por Statham- prolongaba sus estudios en torno al escualo de más de 20 toneladas de peso y topaba con nuevas criaturas prehistóricas.