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DE REOJO

Sobre salud mental


Hay mantas que propagandísticamente cubren a la vez cabeza y pies. No es que sean más grandes que las habituales, es que se confeccionan con materiales muy flexibles. Opera el milagro de la indefinición y la mala conciencia alimentadas de incongruencias y desconocimientos que pasan en un párrafo de irresponsables a capciosos. Son los monstruos reutilizados que pueblan algunos conceptos mágicos, entre los que puede causar mayor dolor lo que se llama genéricamente salud mental.

Un jugador de baloncesto de la élite mundial, Ricky Rubio, ha decidido parar y no participar con la selección española en un campeonato mundial aduciendo de manera explícita que iba a reparar sus problemas de salud mental. Es una circunstancia repetida; una campeona americana de gimnasia que en plenos juegos se retira, además de denunciar a sus entrenadores por abusos; varias tenistas de lo alto del escalafón, algunos actores que se apartan de los primeros planos, ejemplos múltiples que van describiendo una situación que se agrava exponencialmente. Parece que la sociedad, y en clases pudientes especialmente, es bastante sencillo y normal llegar al diagnóstico, pero la gravedad reside en las causas que llevan a esa pandemia silenciosa y las posibles maneras de aliviar los sufrimientos y acercar las posibilidades de recuperar esa salud mental perdida por asuntos que no dependen solamente de nuestra genética o circunstancia socioeconómica, sino que forma parte de los síntomas de la sociedad en la que vivimos siguiendo planes ajenos a nuestras necesidades y voluntades.