Daniel GALVALIZI

Cisma en Vox: Espinosa de los Monteros renuncia y se consolida el ascenso falangista

El portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros, ha comunicado su dimisión de la cúpula y asegura que será un «afiliado de base». Con su partida se ratifica el esquema nacionalcatólico de Jorge Buxadé al interior del partido. Respaldo de Macarena Olona y Ortega Smith.

(Gustavo VALIENTE | EUROPA PRESS)

Cómo puede ser, señor Espinosa de los Monteros, que no conozca a ningún español real?!», le decía la vicepresidenta Nadia Calviño al portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, el año pasado en uno de sus combates en el hemiciclo del Congreso. Fue quizás el video del Congreso más viralizado del año. Un zasca que la izquierda ovacionó de pie y con el que hasta Santiago Abascal no pudo evitar sonreír. Ya no podrá volver a ocurrir.

El abogado y cofundador de Vox anunció ayer por la mañana que no será más diputado por Vox y que dejará la dirección del partido ultra. Supo ser la cara más visible de la formación después de Abascal, ha sido el coordinador del grupo parlamentario (que fue nada más ni nada menos que el tercero en cantidad de escaños en esta legislatura) y el segundo hombre fuerte en los medios.

«Les anuncio que voy a renunciar a mi acta de diputado por motivos personales y familiares. Mis padres ya no son tan jóvenes, mis hijos aún no son tan mayores, y he meditado el momento vital en el que me encuentro», dijo en la sala de prensa del Congreso.

No pudo evitar hacer gala de su nacionalismo español y compartió a los medios que el «punto culminante» fue haber ido «a festejar la fiesta nacional, el 12 de octubre, con Su Majestad el Rey». Agradeció a «todos los ciudadanos que han votado a Vox» y a quienes le han manifestado su apoyo en la calle, así como la «magnífica labor de los profesionales» que han colaborado con él en su labor parlamentaria.

«Ahora, pese a todo, Vox está plenamente consolidado como el tercer partido de España», consideró. «Me quedo en Vox, permanezco en Vox como afiliado de base y siempre a su disposición y de sus dirigentes para cualquier cosa que necesiten de mí. Todo ha merecido la pena porque España merece la pena», concluyó.

UN CAMINO DESDE LOS ORÍGENES

Marido de Rocío Monasterio, Espinosa es amigo personal de Abascal desde los tiempos en que trabajaban en DENAES, la Fundación para la Defensa de la Nación Española, en el barrio madrileño de Salamanca en 2012. Participó de la fundación de Vox, fue clave en las dos convenciones realizadas en Vistalegre y en estructurar el grupo parlamentario y era la cara visible de los ultraliberales del partido. Su salida es también el final del histórico contrapeso con la familia falangista dentro de Vox que ha logrado imponer su dominancia de la mano del europarlamentario Jorge Buxadé, quien no oculta elogios al presidente húngaro Viktor Orban.

Hasta ahora los dos grupos ejercían un equilibrio que ahora ya no es tal. Abascal ha decidido dar un giro a favor del ultracatolicismo y Buxadé.

La cúpula sigue en manos de Abascal y sus dos operadores políticos principales: Kiko Méndez-Monasterio y Enrique Cabanas. Han ascendido en influencia el líder de Vox Catalunya, Ignacio Garriga, el mencionado Buxadé y el jefe del área de comunicación estratégica, Manuel Mariscal.

Pero lo que muchos señalan es la omnipresente pero subyacente influencia en las decisiones del partido del grupo ultracatólico El Yunque, una organización transnacional con raíces en México que constituye en sí mismo un fuerte lobby reaccionario.

Espinosa ha tenido en su camino político varios puntos oscuros. En primavera, medios madrileños dieron a conocer que la Agencia Tributaria había descubierto que el portavoz parlamentario y su esposa y candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid habían declarado un trabajo «simulado» para defraudar a la Hacienda pública. Hace año y medio, la Sala de lo Civil del Supremo confirmó la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid que en 2019 obligó a Espinosa al pago de más de 63.000 euros que debía a la empresa que hizo las reformas de su casa.

REPERCUSIONES

El número uno de Vox en la ciudad de Madrid y vicepresidente del partido, Javier Ortega Smith (cesado como secretario general tras el escándalo de la salida de Olona) ha respaldado a Espinosa, a quien llamó «compañero y amigo. Aunque algunos no han sabido reconocértelo, la inmensa mayoría tenemos una impagable deuda de patriotismo contigo».

Olona también se pronunció en redes sociales: «El silencio que he mantenido por mí no lo mantendré si el acoso lo sufre él. Porque en la salida todo son buenas palabras. El acoso organizado llega después. Recordadlo cuando estéis descorchando la botella: 19». La exportavoz se refiere con ese número a la cantidad de escaños que perdió Vox en las elecciones del 23 de julio pasado (52 obtuvo en 2019). Amenazante, Olona da a entender que saldrá a defender a Espinosa en caso que él padezca el «acoso» mediático y virtual que ella dice haber sufrido tras su renuncia.

Presto a comenzar su nueva vida y trabajo en la actividad privada, Espinosa ya ha cambiado el perfil de su cuenta de Twitter. Borrando toda rémora sobre su labor política y su cargo en el Congreso, ha dejado como descripción de su perfil solamente la frase «lo mejor está por venir».

Quizás la mejor primera definición en caliente que se puede encontrar de este momento del partido de extrema derecha la ha dado el encuestador y consultor estrella del conservadurismo español César Calderón Avellaneda, que ha dicho a sus decenas de miles de seguidores en redes: «Con Olona se fue la sonrisa de Vox, con Sánchez del Real todo el músculo tecnopolítico y ahora con Espinosa se marcha su mejor cabeza estratégica y su mejor parlamentario. A Buxadé solo le queda cargarse a Abascal y ya tendrá todo el partido para él. La salida de Iván escora a Vox definitivamente hacia la derecha medieval».