Ramón SOLA
IRUÑEA
PLENO EN EL PARLAMENTO NAVARRO

La investidura mide la voluntad de Chivite y la frustración de la derecha

La investidura en Nafarroa se inicia hoy, a las 9.30, aunque María Chivite no será reelegida hasta última hora de mañana si todo va como se espera. Servirá para calibrar sus intenciones, el nivel de exigencia de EH Bildu y el grado de depresión de la derecha. Y para despedir a Uxue Barkos, que abandona para ser designada senadora autonómica dentro de los acuerdos tripartitos.

Barkos pasó el testigo a Chivite en 2019. Cuatro años después, la segunda sigue como presidenta y la primera se va a Madrid.
Barkos pasó el testigo a Chivite en 2019. Cuatro años después, la segunda sigue como presidenta y la primera se va a Madrid. (Iñigo URIZ | FOKU)

En pleno puente de agosto, mientras llueven txupinazos por toda Nafarroa, el Parlamento acoge hoy la sesión de investidura en que será reelegida María Chivite como lehendakari navarra. Ocurrirá de nuevo con el apoyo de PSN, Geroa Bai y el espacio ahora encarnado en Contigo-Zurekin, que conformarán el Gobierno de coalición a tres, y con la abstención determinante de EH Bildu, que seguirá teniendo la llave en todas las votaciones de la legislatura. Y una vez más, y es ya la tercera legislatura tras la de Uxue Barkos (2015-19) y la primera de Chivite (2019-23), la derecha tendrá que patalear en la oposición, con pugnas internas añadidas al quedar dividida en tres siglas: UPN, PP y Vox.

El guión está escrito desde que en la consulta del pasado miércoles las bases de EH Bildu dieron luz verde a Chivite, con un rotundo 83% de síes y una participación de más del 60%, muy relevante para estas fechas veraniegas. La dirigente del PSN, grupo que realmente solo cuenta con 11 parlamentarios sobre 50, leerá su discurso de investidura desde las 9.30, luego cada grupo tendrá media hora de intervención, y tras las réplicas correspondientes se producirá la primera votación, en la que necesita mayoría absoluta (26 sobre 50) que no logrará.

La segunda, en la que se requiere mayoría simple, será 24 horas después, es decir, a última hora de mañana, y entonces sí Chivite debe salir investida con 21 síes (11 del PSN, 7 de Geroa Bai y 3 de Zurekin), 20 noes (15 de UPN, 3 del PP y 2 de Vox) y las 9 abstenciones de EH Bildu.

En términos de aritmética parlamentaria, el Gobierno tripartito es más precario que el de 2019, puesto que entonces tenía 23 votos a favor (Geroa Bai disponía de dos parlamentarios más). La derecha sigue anclada en 20 escaños y lo que ha cambiado es que EH Bildu tiene más fuerza con sus 9 frente a los 7 de hace cuatro años.

El independentismo de izquierdas ha avanzado su decisión de ser más exigente en cuestiones como los derechos o el autogobierno, así que escuchará con mucha atención el discurso de Chivite. El escueto acuerdo de gobierno presentado la semana pasada oscila entre la ambigüedad y el continuismo. El euskara, incluido en el apartado de desacuerdos, emerge como uno de los factores clave en ese termómetro, aunque no el único.

BARKOS Y ESPARZA

La sesión tendrá dos protagonistas más. Por un lado Uxue Barkos, tras conocerse ayer que dejará el Parlamento navarro y será designada senadora autonómica dentro de los acuerdos tripartitos. En las últimas semanas ya era evidente el modo en que estaba dejando el protagonismo en Geroa Bai en manos de María Solana. La exlehendakari navarra vuelve así a Madrid, donde ya estuvo, entonces como diputada, entre 2004 y 2015, y anteriormente como periodista.

Por parte de la fracturada derecha, la sesión definirá tanto la forma como el fondo con que afronta UPN esta legislatura. Javier Esparza parece resistir como líder pese a su tercera elección navarra sin llegar al cargo, habiendo fracasado en la apuesta por la unión (Navarra Suma) y también en la de la desunión (al no conseguir atraer al PSN). De momento, la frustración se ha reflejado en la pataleta que ha llevado a atrasar dos días este pleno de investidura, tras amenazar con un recurso por cuestión de plazos. Y su batería argumental sigue monopolizada en intentar desacreditar a EH Bildu, pese al clarificador resultado electoral.