Anjel ORDOÑEZ
Periodista
JOPUNTUA

Wallace Hartley Band

La imagen de la orquesta del Titanic tocando hasta los momentos finales del naufragio del trasatlántico es una de las más perturbadoras de las muchas que ofrece este hito histórico ocurrido hace ahora 111 años. El impacto contra el iceberg se produjo veinte minutos antes de la medianoche del 14 de abril. La banda no dejó de tocar durante las tres horas que transcurrieron entre el momento de la colisión y el hundimiento, primero en el salón y más tarde al aire libre, en lo alto de la Gran Escalera de primera clase, a los pies de la cubierta en la que los pasajeros trataban de escapar a la muerte subiendo a bordo de alguno de los insuficientes botes salvavidas de los que disponía el buque. Ninguno de los integrantes de la banda sobrevivió al desastre.

Para muchos, la actitud de los músicos fue heroica. Algo así como la quintaesencia del respeto por el cumplimiento del deber hasta sus últimas consecuencias, incluida la muerte. Para otros, el papel de la banda no fue otro que tratar de ocultar hasta el final, tras la festivas notas de los temas que interpretaban, el dramático fin que esperaba a gran parte de la tripulación y el pasaje.

El pasado miércoles se abrieron las puertas del infierno en Hego Euskal Herria y algunas localidades superaron los 40 grados en la que fue una de las cinco jornadas más cálidas de la historia reciente. El mundo se calienta, los glaciares desaparecen, los océanos se caldean y se eleva el nivel de los mares, la sequía arrecia y los desiertos se expanden por el orbe, los incendios asolan los bosques y el aire se hace irrespirable. El número de especies en peligro de extinción sigue al alza y pronto el ser humano se asomará a la lista.

Mientras tanto, en occidente, la música sigue sonando. Las alegres notas del estado del bienestar ahogan los gritos de auxilio de un planeta que ya ha pisado todas las líneas rojas, incluida la del no retorno. Lo explica con claridad Greta Thunberg: «Es matemáticamente imposible resolver la crisis climática dentro del actual sistema político y económico». No es que no haya botes para todos, es que no los hay para nadie.