Julen REKONDO
Experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente
GAURKOA

Olas de calor y políticas arboricidas

La ola de calor y las temperaturas tan anormales que hemos tenido en días pasados podrían ser más llevaderos si nuestras ciudades y municipios contasen con más árboles y zonas verdes. Plantar árboles en nuestras calles de asfalto y conservarlos en aquellos lugares donde existan y no estén enfermos, puede hacer que baje la temperatura del aire. Es más, un diseño más verde de las urbes iría mucho más lejos y frenaría la contribución que hace actualmente el cambio climático.

Cada vez más, la mayoría de la población a nivel mundial vive en áreas urbanas. La temperatura no es igual en ellas. Así, por ejemplo, en el centro de las ciudades hace más calor que en las afueras, una zona con edificios altos es más caluroso que una residencial con árboles, y los parques verdes tienen temperaturas más bajas que su entorno de asfalto.

Lo que hemos vivido estos días, con temperaturas medias de entre 38 y 43 grados en Euskal Herria, no es algo excepcional. Está cada vez más demostrada con estudios científicos que esta situación es debida al cambio climático, a pesar de que calor ha hecho siempre en verano, y frío también, pero tener estas situaciones es bastante anormal. Esta situación se repite también a nivel mundial, y, el pasado mes de julio ha sido el más caluroso en el planeta Tierra, desde que se tienen registros, hace 173 años, en 1850.

Varios días seguidos con calor extremo pueden provocar diversos episodios que tienen consecuencias muy dramáticas, como es el aumento de la mortalidad. Según el Instituto de Salud Carlos III, en el Estado español murieron 4.798 personas a causa de las altas temperaturas el pasado verano. Hacer que los lugares en que vivimos sean más verdes y reduzcan las temperaturas supondría que las consecuencias no fueran tan problemáticas.

La Unidad de referencia de Cambio Climático y Salud del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ha publicado recientemente una investigación sobre el efecto de isla térmica urbana en los ingresos hospitalarios urgentes y los fallecimientos a corto plazo en cinco ciudades españolas. Los resultados, obtenidos tras análisis realizados en Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga y Murcia, se publican en la revista “Science of the Total Environment”.

En dicha publicación, se denomina efecto isla de calor urbana a un fenómeno meteorológico que se traduce en un aumento de la temperatura en áreas urbanas, generalmente por la noche. Este incremento se atribuye a diversos factores que contribuyen a acumular calor durante el día. Entre ellos están los materiales presentes en las ciudades como el asfalto, las fachadas de los edificios, etcétera. Este fenómeno, a los que se añade el calentamiento global producido por el cambio climático, puede afectar a la salud de las personas al aumentar el riesgo de hospitalizaciones y fallecimientos.

Los autores han confirmado que la relación entre el riesgo de enfermedad y de muerte en las ciudades del interior se da con las temperaturas máximas -las diurnas-, mientras que esta asociación, en las localidades costeras, aparece con las mínimas -las nocturnas-.

Este trabajo utiliza datos de observatorios meteorológicos, uno situado dentro de las ciudades y otro en la periferia, lo que ha permitido confirmar las diferencias térmicas del efecto isla de calor. La distancia más amplia de valores entre el interior urbano y el exterior tienen un rango máximo diario de hasta 11,2 ºC en Valencia, los 9,5 ºC en Murcia y los 7,1 ºC en Madrid.

Los resultados indican que la localización geográfica y las características de cada zona son determinantes en el posible efecto de la isla térmica urbana, lo que sugiere una necesidad de realizar estudios locales para determinar la mayor o menor importancia de este fenómeno, según el tipo de cada ciudad o municipio.

Por otra parte, un estudio publicado en “The Lancet” realizado en 93 urbes de Europa, estima que aumentando un 30% la cobertura verde de las ciudades se podría bajar 0,4 ºC la temperatura media en las ciudades, con lo que se evitarían el 40% de las muertes en olas de calor.

Las ciudades y municipios deberían estar diseñados con criterios que permitiesen reducir los efectos de las olas de calor. De momento, en nuestras ciudades y municipios en las últimas décadas ha primado el aumento de las superficies de asfalto y hormigón, que absorben mucho calor durante el día y lo emiten durante la noche, pero en los tiempos de emergencia climática en que vivimos es fundamental reducirlas y sustituirlas por materiales más naturales. Otra cuestión muy importante es que en los centros y barrios de nuestras ciudades y municipios que cuenten con árboles, se prime su conservación, que precisamente no es lo que no iba a hacer el gobierno municipal de UPN en Iruña-Pamplona, con el parking proyectado en la calle Sangüesa y la tala de árboles.

Desgraciadamente, esta situación se repite en algunas otras ciudades de Euskal Herria, como es, por ejemplo, el barrio de Deusto en Bilbao, donde hay en marcha un plan para talar más de 120 olmos Ulmus pumila, de gran porte y más de 40 años, para sustituirlos por un número similar de arces tridentes, especie exótica de valor ornamental y porte más modesto. El Ayuntamiento argumenta razones de salud de estos árboles. También en Donostia-San Sebastián, SOS Manteo (junto con la Asociación de Vecinos de Ulia), se han pronunciado en contra el proyecto de construcción de la nueva sede del Basque Culinary Center, en el parque de Manteo, por diversas razones de tipo urbanístico, económico, y también, porque la única zona verde del barrio de Gros, con más de 100 árboles de más de 50 años, podría ser eliminada.

En fin, es fundamental y primordial hacer nuestras ciudades y municipios más verdes, respirables y, con más árboles, que son indispensables para bajar la temperatura en nuestros entornos.