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ESCENARIO POLÍTICO EN ALEMANIA

La socialdemocracia pierde su horizonte político y sus militantes

El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) del canciller Olaf Scholz enfila el camino rumbo al descenso como fuerza política. En las encuestas le supera la derecha, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y la Alternativa para Alemania (AfD), mientras destacados miembros en el país dejan el partido y en el seno del Gobierno, su ministra de Interior adopta el discurso ultraderechista.

(Kirill KUDRYAVTSEV | AFP)

El descontento de las bases socialdemócratodavía parece estar de vacaciones, como la mayoría del país, pero volverá el 8 de octubre a más tardar, cuando se conozcan los resultados de las elecciones regionales de Hesse y Baviera.

El estado libre bávaro no es terreno favorable para el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), porque desde hace décadas es el feudo de la Unión Social Cristiana (CSU), la socia regional de la Unión Cristiana Demócrata (CDU). Las encuestas confirman el liderazgo de la CSU de Markus Söder con el 39-40% de las simpatías del electorado, mientras que el SPD quedaría relegado a la cola, con en torno al 9-11% de los votos, por detrás de los Verdes ecologistas, la neofascista Alternativa para Alemania (AfD) y los Votantes Libres (FW).

En Hesse, al menos, el SPD se bate con los Verdes por el segundo puesto, con alrededor del 21% en intención de voto, casi nueve puntos por detrás de la CDU, que gobierna en Wiesbaden con los ecologistas.

En el land, conocido por la internacional plaza financiera de Frankfurt, la ministra federal de Interior, Nancy Faeser, encabeza la candidatura del SPD para estos comicios. Según las reglas no escritas de la vida política alemana, debería haber dejado su cargo en el «Gobierno semáforo» de Scholz cuando anunció su candidatura, pero no lo hizo.

El juego a dos bandas de Faeser ha evidenciado de nuevo la falta de liderazgo que caracteriza a Scholz como canciller. Piensa que emulando a su antecesora en el cargo, Angela Merkel (CDU), podrá acabar la legislatura con normalidad en 2025. Por eso, intenta evitar broncas tanto con su propio partido como también con sus socios, los Verdes de su ministro de Economía, Robert Habeck, y el Partido Liberaldemocrático (FDP) de su ministro de Hacienda, Christian Lindner.

La consecuencia es una pérdida de perfil propio que se refleja también en los sondeos a nivel nacional. Actualmente, el SPD se quedaría con 17 puntos por detrás de la CDU de Friedrich Merz (27%) y la AfD (20%) y por delante de los Verdes (16%) y el FDP (7%).

PERO NO SOLO LOS VOTANTES SE VAN, SINO TAMBIÉN LOS MILITANTES.

En la ciudad de Ludwigshafen, conocida por la empresa química BASF, la alcaldesa mayor, Jutta Steinrück, acaba de abandonar el SPD. Justificó su decisión en base a lo que su partido dejó de hacer: «Mi SPD, tal y como lo conocí hace casi treinta años, siempre pensó en todo, hasta en las personas».

Por razones parecidas, la histórica militante y expresidenta del SPD de Hesse, Andrea Ypsilanti, también dejó la formación en junio. La gota que colmó el vaso fue el compromiso que firmó Faeser entonces a nivel europeo, endureciendo la política de asilo en la UE. Ypsilanti argumentó su decisión en que había perdido la esperanza de que el SPD cumpliera con su aún inconclusa misión histórica, según la cual todas las personas son iguales, «también aquellas que por necesidad y desesperación buscan encontrar seguridad en Europa», subrayó.

Con Ypsilanti fuera del partido, Faeser ha aprovechado el nuevo margen de maniobra para dar un giro más hacia la derecha. Hace escasos días se filtró desde el Ministerio federal de Interior un borrador que trata de endurecer el artículo 129 del Código Penal que castiga la pertenencia a cualquier tipo de «organización criminal». Según la filtración, el Ministerio piensa deportar también a aquellas personas extranjeras asociadas con organizaciones criminales antes de ser juzgadas y condenadas. Bastaría su «relación» con el grupo en cuestión, sin que el Ministerio especifique más.

El plan está relacionado con que la Policía busca nuevas vías contra el crimen organizado, desde estructuras familiares de procedencia árabe o kurda. La prensa de la derecha ha creado y divulgado la imagen del «clan criminal» en base a unos espectaculares robos en Berlín y Dresde. Ahora, «el clan árabe» sustituye a «la mafia rusa» como enemigo. La razón es que la Policía no consigue infiltrarse en estas estructuras que se blindan con la relación familiar entre sus integrantes. Por eso, el representante de la Policía Judicial, Dirk Peglow, respaldó la idea de Faeser al señalar que «es saludable cada iniciativa que ayuda a luchar contra la criminalidad de los clanes».

EL BORRADOR HA LEVANTADO AMPOLLAS ENTRE LOS DEFENSORES DE LOS DERECHOS CIVILES Y DE ASILO,

porque la legislación vigente no permite ni deportaciones sin resolución judicial ni el «castigo colectivo». Este último, la denominada Sippenhaft, fue inventado, además, por los nazis en 1944 para poder castigar a los familiares de los que habían atentado contra Adolf Hitler.

Faeser y el SPD podrían haber suscitado la misma atención mediática proponiendo una solución más acorde a la realidad social del país y conforme a los antiguos principios del partido. Pero en vez de tocar el tema de la inmigración y la integración han optado por copiar el discurso racista de la AfD.

En las urnas, el electorado suele preferir, por el mismo precio, el original a la copia.