Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
CRÍTICA: «HEI BUH Y EL CASTILLO EMBRUJADO»

En busca del “Necronomicón” perdido

Han transcurrido diecisiete años desde el estreno de “Hei Buh: el terror del castillo”, una propuesta saludable y humilde que sirvió para presentar al fantasma menos terrorífico del universo fantástico. Manteniendo el tono de la primera, esta fusión de personajes de carne y hueso y animación se convirtió en uno de los grandes éxitos de la taquilla alemana. El realizador Sebastian Niemann vuelve a colocarse detrás de la cámara en una propuesta familiar que tiene la virtud de alimentar la imaginación a través de situaciones en las que cohabitan personajes reales y un imaginario de criaturas fantásticas. Al igual que la película anterior, “Hei Buh y el castillo embrujado” está basada en un popular personaje homónimo creado en 1969 por Eberhard Alexander-Burgh, y que protagonizó una serie radiofónica y una colección de libros. Un fantasma que habita hace más de 500 años en el castillo de Burgeck y que, en esta segunda parte, combate la influencia de la malvada bruja Erla. Para salvarla de sus garras, el protagonista debe buscar un libro de hechizos con la colaboración de su pequeña sobrina.

UNA OBRA EQUILIBRADA

Niemann se sirve de un estilo formal muy clásico, no hay movimientos mareantes de cámara y coloca sobre la mesa su jugada de manera clara, no hay cartas marcadas, ni ases en la manga. Todo fluye en un calculado desorden que al menos tiene la virtud de entretener enarbolando un discurso centrado en los valores de la amistad y la cooperación.

Los efectos visuales cuentan con un buen acabado técnico, lo que permite mantener cierto equilibrio entre los personajes de carne y hueso y las animaciones. Otra cuestión a destacar de su conjunto radica en el homenaje que se tributa a las películas de aventuras de los años 80.