Mientras su portavoz, Dimitri Peskov, respondía tajante con un «es todo mentira» a las «especulaciones» occidentales sobre la relación del Kremlin con el siniestro el miércoles del avión del jefe de Wagner, y con el cadáver de Yevgeni Prigozhin todavía caliente, el presidente ruso, Vladimir Putin, promulgaba un decreto que obligará a los grupos mercenarios rusos a jurar bandera y «lealtad» a Rusia como as Fuerzas Armadas regulares

Tras guardar silencio durante años sobre las actividades del grupo mercenario, Putin. reconoció tras su revuelta-motín de junio que había financiado con más de 1.000 millones de dólares.

Un día después de que el aviñón en el que viajaba el «chef de Putin» y la plana mayor de Wagner se estrellara tras dos explosiones -EEUU las atribuye a una bomba en el interior de la nave- el inquilino del Kremlin, que en su momento había negado cualquier relación con Prigozhin, admitió que lo conocía «desde principios de los años 90. Fue una persona con un destino difícil. Cometió graves errores durante su vida, pero logró los resultados necesarios para sí mismo y, cuando yo se lo pedí, para la causa común».

El sátrapa checheno, Ramzan Kadirov, coincidió en lamentar la « gran pérdida» de un Prigozhin al que reprochó «ambiciones personales».

El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, quien dio a Prigozhin garantías de seguridad a cambio de que cesara en su rebelión, aseguró que «no me puedo imaginar que lo ha hecho Putin. No voy a hacer de abogado ni siquiera de mi hermano mayor. Pero conozco a Putin », aseguró.