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Interview
Marta Olazabal
Investigadora del BC3

«En Bilbo faltan soluciones basadas en la naturaleza y más flexibilidad»

Marta Olazabal (Bilbo, 1981) es investigadora del Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3) y experta en acción climática y adaptación urbana. Cuarenta años después de las inundaciones de 1983 que demostraron que en Bilbo era necesario tomar medidas, Olazabal valora con GARA las mejoras implantadas desde entonces en la capital vizcaina.

(Aritz LOIOLA | FOKU)

 

El periodo de retorno para unas inundaciones como las de 1983 se estima en 400 años. ¿Qué factores técnicos llevaron a que se vivieran así hace cuatro décadas?

Hay veces que aunque la probabilidad sea mínima, el impacto de lo ocurrido es catastrófico, como ocurrió en 1983. En aquel caso, se dieron unos factores concretos que provocaron las inundaciones, como unas lluvias intensas que el cauce de la ría fue incapaz de absorber. Entonces no había medidas para paliar este tipo de eventos aunque las probabilidades de que sucediera eran muy pequeñas.

Desde entonces, ¿cuáles han sido las mejoras introducidas en el caso de Bilbo?

Se han construido infraestructuras para evitar que vuelva a ocurrir, como depósitos de tormentas para captar posibles precipitaciones extremas. Esto hubiera podido evitar un parte de los daños sufridos hace 40 años. Por eso es tan importante que el nuevo urbanismo incorpore medidas, tanto naturales como infraestructura dura, para absorber mareas vivas, inundaciones y precipitaciones que pueden ocurrir en ciertos eventos extremos.

Por tanto, ¿hoy día Bilbo esta preparado para soportar eventos climáticos como los que menciona?

Bilbao todavía tiene trabajo por hacer en la incorporación de parámetros climáticos para comprobar que las infraestructuras existentes pueden absorber y responder con medidas adecuadas en caso de eventos extremos que supongan problemas tales como cortes de suministros, exposición de infraestructuras críticas y de zonas de residencia. Además, las modelizaciones, parámetros y variabilidades que mostraban las precipitaciones extremas ahora son más impredecibles porque presentan alteraciones debido al cambio climático.

En los últimos años hemos visto también cada vez más zona costera construida, como en la isla de Zorrotzaurre o el paseo del Canal de Deustu hasta Elorrieta. ¿En qué situación quedan estas construcciones ante posibles inundaciones?

Este es un tema bastante sensible porque, si bien se subieron las cotas para estar a salvo de esas precipitaciones extremas y sus inundaciones, toda la infraestructura que se ha planteado actualmente en la ribera de la isla de Zorrozaurre y la ribera de San Inazio y Erandio es dura. Esto significa que no se han utilizado soluciones basadas en la naturaleza para poder frenar posibles inundaciones.

¿Qué sentido tiene este tipo de «infraestructura dura»?

 Se ha planteado de esta manera para aprovechar al máximo el suelo disponible, porque las soluciones basadas en la naturaleza implican una reducción del espacio edificable. Un punto crítico para Bilbao, porque hay una carencia, y al mismo tiempo ofrece un retorno económico. Son intereses que chocan entre sí.

El criterio económico es el que impera casi siempre. En Zorrozaurre, en San Inazio, en Sarriko… el suelo se está vendiendo muy bien. Pero ese interés económico choca con un interés, digamos, “anticipatorio” y de prevención, que es el que debería imperar. Más aún teniendo en cuenta la incertidumbre que supone el cambio climático.

¿Puede suponer esto algún problema en Bilbo?

 A Bilbao lo que le faltan son soluciones basadas en la naturaleza y optar por una flexibilidad mayor, tanto para las inundaciones como para las temperaturas extremas y otros eventos en los que la infraestructura verde es más flexible. Por ejemplo: ante unas inundaciones, si a lo largo de la ría hay una carretera, ésta se verá cortada y no van a poder pasar ni ambulancias, ni bomberos… Si las infraestructuras de transporte se ponen en otro sitio y en las riberas se integra infraestructura verde, como un parque, la respuesta ante estos eventos sería mejor.

Así se está aplicando ya en ciudades como Nueva York o en Rotterdam, con combinaciones de infraestructura dura e infraestructura verde en zonas sensibles. Además, implica una mayor posibilidad de disfrute de esos espacios, ya que en Bilbo algunos están totalmente expuestos al sol, y en momentos de calor no hay árboles o son muy pequeños.