EDITORIALA

Frente a la inflación, actualización de salarios

El ininterrumpido alza del coste de la vida está consumiendo cada vez más rápido los menguantes presupuestos familiares. Una espiral que no remite y que afecta, sobre todo, a los productos de consumo más habitual, lo que golpea fundamentalmente a los trabajadores con menos ingresos. La inflación sube, sin embargo, las empresas, en general, se están cubriendo y están logrando acumular importantes beneficios. En este contexto, no es extraño que la mayoría de los sindicatos hayan señalado que la prioridad durante este curso político que ahora comienza será recuperar el poder adquisitivo de los salarios.

A pesar de la subida de los tipos de interés, que se ha convertido prácticamente en la única palanca que se está usando para hacer frente a la inflación, los precios siguen su escalada. No han conseguido reducir el coste de la vida porque, como quedó de manifiesto en la reunión que el viernes celebraron los jefes de los bancos centrales en Jackson Hole (EEUU), el mundo y la economía han cambiado. La más explícita fue la presidenta del BCE, Christine Lagarde, que apuntó tres tipos de desajustes que impulsan los precios al alza: los cambios en las relaciones laborales y en la naturaleza del trabajo; la transición energética y el cambio climático, que inciden directamente en los precios de la energía y los alimentos, claves en la formación del resto de precios; y, por último, la división geopolítica y la fragmentación de la economía global. Como viene siendo habitual, solo mencionó de refilón la responsabilidad de las empresas en este repunte de la inflación, a pesar de que los extraordinarios beneficios que acumulan se han convertido en una contundente prueba de cargo.

En Jackson Hole dijeron que el mundo ha cambiado y que el manual que tenían ya no sirve, sin embargo, contra toda lógica, los bancos centrales siguen empeñados en aplicar la misma receta de siempre para bajar los precios: mantener los tipos de interés altos y si es necesario subirlos más. Nada bueno se puede esperar de ese enfoque. A los trabajadores tampoco les dejan más opciones que recurrir al viejo manual -organización y lucha- para no perder poder adquisitivo.