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INFRAESTRUCTURAS EN LA CAPITAL IRLANDESA

¿Por qué Dublín no tiene metro?

Dublín debe de ser una de las pocas capitales europeas que no tiene metro, y son muchos los visitantes que se preguntan cuál es la razón. Su tamaño justificaría su existencia, ya que cuenta con una población de unos dos millones de habitantes y una amplia zona metropolitana debido a la práctica inexistencia de edificios de más de cuatro plantas.

El puente peatonal Ha'penny Bridge sobre el ríoLiffey, en el centro de Dublín. (GETTY IMAGES)

En el pasado, una razón para justificar la falta de metro en Dublín era su alto coste, pero durante los años del boom económico conocido como el fenómeno del «tigre celta» tampoco se afrontó ese proyecto pese a figurar en la lista de infraestructuras deseables desde hacía décadas. En aquella época, la capital de Irlanda se limitó a construir dos líneas de tranvía, pero nunca se atrevió a acometer la construcción de un servicio de metro.

Otro motivo puede ser la incompetencia política, esa que hace que la única alternativa para llegar o salir del aeropuerto de Dublín sea por carretera, ya que el tranvía aún no ha llegado hasta allí y, por lo que parece, pasarán varias décadas antes de que ocurra.

Pero no solo lo explica la incompetencia política. Para entender las razones hay que mirar a la geografía y a la historia de la ciudad. El nombre Dublín se lo dieron los vikingos, que la llamaron Dubh Linn, o «pozo negro», ya que era el lugar donde se juntaban dos de los ríos que pasan por la ciudad formando una gran charca de aguas oscuras. Uno de ellos, el Poodle, todavía hoy fluye bajo el centro de Dublín.

En cuestión de historia, un reciente titular de los diarios lo deja bien claro. «Esqueletos de 1.000 años de antigüedad descubiertos en el centro de Dublín». Más de un centenar las osamentas han sido halladas en la céntrica Capel Street durante los trabajos arqueológicos previos a las excavaciones para la construcción de un hotel. En Dublín, tan pronto se hace un agujero, las posibilidades de descubrir restos arqueológicos de uno u otro tipo están casi garantizadas, por lo que las obras en el centro de la ciudad vienen acompañadas de un equipo de arqueólogos.

En este caso, el sitio elegido para el hotel había sido durante años la ubicación una fábrica de pan y galletas, pero se sospechaba que en esa área se situaba la abadía de St Mary, uno de los primeros asentamientos posvikingos. La excavación ha dejado al descubierto restos de edificios eclesiásticos relacionados con un monasterio fundado en el siglo XII, pero también fue el lugar de culto presbiteriano durante los siglos XVII y XVIII.

Los arqueólogos esperaban encontrar vestigios relacionados con los monjes benedictinos franceses que en 1139 fundaron la abadía de St Mary y no esqueletos de épocas anteriores. Tras su análisis, los restos serán transferidos al Museo Nacional, donde pasarán a formar parte de su colección.

Los dueños del futuro hotel han mostrado su intención de preservar al máximo los restos arqueológicos que se descubran e incorporarlos al futuro edificio, algo de agradecer si se materializa, ya que lo habitual es estudiarlos por un periodo limitado de tiempo y luego continuar con la construcción.

Imagínense lo que supondría agujerear el centro de Dublín entre marismas y restos arqueológicos cada pocos metros. Dublín seguirá sin metro per secula seculorum, pero con un poco de suerte el tranvía se irá extendiendo y mejorará su oferta de transporte público.