Temporada de revisionismo

Las alternativas climáticas nos ayudan a entender que, dentro del caos, los que gana siempre son los vendedores de paraguas baratos. Es como en las películas de vaqueros: quien más gana es el que alquila los caballos. En estos momentos no sabemos si mirar la sección de deportes, tribunales, política o la de meteorología. En todos los casos entramos en una depresión, ya sea en niveles altos, medios o bajos, y que no es aislada, sino que se superponen unas con otras. Al final, aquello que llamábamos gota fría y ahora DANA, es lo más previsible, rutinario y dentro de la casuística más identificable.

Esa reunión de Feijóo y Sánchez es una mala versión de la diplomacia del carajillo, encontrase para hacerse fotos, montar relatos, dar ruedas de prensa e ir consumiendo tiempo robado al tiempo en el tiempo sin tiempo. La distorsión de todo aquello que podría ser entendido como una estrategia política se ha convertido en algo tan sainetero que hasta cabe la posibilidad de que la madre de Feijóo se encierre en la catedral de Santiago hasta que su hijo sea investido presidente.

Estamos en temporada de revisionismo. Mientras salen las setas, no saben si van a buscar relojes de lujo o preservativos. Si el caso Rubiales entra ya en la ciénaga política más infecta, el ministerio de Iceta está demostrando su incapacidad. La avalancha de la extrema derecha posicionándose anuncia tiempos terribles. Ver decenas de cámaras y periodistas en el patio de la iglesia de Motril produce úlceras neuronales. ¿Qué aporta esta estampa costumbrista con madres, primas y cuñadas al caso de abusos?