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EDITORIALA

Demasiadas secuelas del amianto todavía sin cerrar


EL Instituto Nacional de la Seguridad Social en Gipuzkoa (INSS) reconoció hace unos días que el cáncer de pulmón de un extrabajador de dos empresas de Hernani y de la Autoridad Portuaria de Pasaia se desencadenó tras inhalar amianto. Un reconocimiento que llegó tras su muerte, algo que se ha vuelto habitual, aunque como reconoció a NAIZ Irratia el miembro de la asociación Asviamie, Jesus Uzkudun, al menos ha llegado, ya que alrededor del 90% de los casos todavía no se reconocen.

A pesar de la creciente conciencia sobre el peligro del amianto, el proceso de eliminar este material continúa siendo lento y, al parecer, no se le presta la debida atención. Así, por ejemplo, esta semana se ha conocido que la retirada del amianto de una nave de la empresa CAF dejó en el ambiente residuos de este material superiores a los mínimos legales que afectaron a los trabajadores durante varios días, lo que obligó a cerrar la nave hasta que los registros sean nulos. Además, el incidente forzó la toma de medidas adicionales para que la extracción del amianto de otras tres naves de la empresa sea segura. La reacción de la compañía no ha evitado las críticas del comité de empresa a causa de la exposición que han sufrido los trabajadores. El comité denunció, asimismo, que la dirección se negó a realizar análisis de las muestras de polvo acumulado en diferentes puntos de los talleres y que cuando Osalan fue informada, la respuesta oficial de este organismo fue que estaba «en contacto con la empresa» y «restó importancia» a lo ocurrido. A juzgar por la contestación de Osalan al comité, el organismo que debe velar por la salud de los trabajadores continúa sin tomar plena conciencia de la peligrosidad del amianto y se limitó a tomar una decisión burocrática y condescendiente con la empresa, en lo que constituye una actuación nefasta para la salud de los trabajadores.

Un incidente que denota que desde las empresas, pero sobre todo desde las instancias oficiales, se actúa de forma bastante superficial ante un material muy peligroso para la salud de los trabajadores. Una actitud que hace que la movilización social siga siendo más necesaria que nunca.